Las arcas de ETA ya no están llenas. Pero no olvidemos que los terroristas viven su crisis económica particular por motivos bien diferentes a los de la crisis que padecemos en España y en el resto del mundo en la actualidad.

ETA debe estar con problemas de dinero. Si no fuera así no se podría explicar por qué acaba de enviar cartas de extorsión multiplicando las cantidades que exigían hasta ahora a los empresarios hasta llegar a los 800.000 euros. Recordemos que hace tan solo unos meses la cantidad máxima del chantaje no superaba los 400.000 euros.

Aunque la banda terrorista se encuentra ahora en una especie de tregua, ya que anunció en uno de sus comunicados del pasado mes de septiembre que no iba a matar, esta tegua no implica parón alguno de su aparto de extorsión. ETA no quiere dejar de ingresar el dinero que le permite mantenerse viva.

Como siempre, los terroristas descargan la responsabilidad del llenado de su caja fuerte a los empresarios, a quienes amenaza de muerte junto a sus familias para amedrentarles y lograr que paguen por los conductos habituales, organizados en distintos lugares clandestinos de Francia, aunque últimamente a los etarras les resulta más complicado ocultar todo este entramado “financiero” a los servicios antiterroristas españoles y franceses, que les pisan permanentemente los talones.

Los datos que van llegando desde Francia dan a entender que ETA no ha logrado mantener las recaudaciones de campañas anteriores y por eso pretende obtener más dinero de la extorsión. Parece que en este año no han llegado siquiera al millón y medio de euros, lo que supone una bajada considerable de su presupuesto, que afectaría también en gran medida al sostenimiento de lo que ellos denominan su aparato militar y sus grupos de reserva.

Y no olvidemos que los cerca de 800 presos de la banda terrorista que se encuentran cumpliendo condena en las cárceles de Francia y España también reciben aportaciones mensuales que provienen de las arcas etarras. Por cierto que estas “ayudas” han sufrido considerables bajadas en los últimos dos años.

Dicen los expertos en esta materia que ETA necesita al menos dos millones de euros anuales para su funcionamiento en condiciones óptimas. Y, no nos engañemos, un elevado porcentaje de esta cantidad proviene de la extorsión de los empresarios, a lo que se sumarían las aportaciones voluntarias que no sólo les llegan del País Vasco sino de distintas zonas de Iberoamérica, donde todavía mantienen entramados económicos de empresas y pequeños negocios dirigidos por “exiliados” de la Izquierda Abertzale o ex miembros de la organización terrorista.

Pero lo que parece confirmarse es que ETA recauda menos. No sabemos aún si es como consecuencia de la crisis económica que padecemos, que ha podido provocar que hayan descendido las aportaciones voluntarias recaudadas en el País Vasco y Navarra y, junto a ellas, las extraídas de los negocios de Iberoamérica, aunque también es probable que  la situación de parón terrorista que vivimos en la actualidad haya provocado ese desfase recaudatorio del chantaje revolucionario.

Cada día que pasa ETA lo tiene más complicado y, si finalmente no consigue penetrar en los ayuntamientos con un partido político como pretende Batasuna, las dificultades de financiación del mundo etarra se verán claramente mucho más dañadas.

Veremos qué ocurre de aquí a las elecciones municipales del próximo mes de mayo.