Hay en todo lo que se expresa por labios humanos una retórica hábil y artificiosa capaz de dar aspectos de brillo a lo que es opaco y visos de vitalidad a lo que está muerto. El muerto, como ya comprenderán al ojear la información de este periódico, se llama Bankia, y lo opaco es la brillante gestión de Rodrigo Rato y su número dos José Manuel Fernández Norniella, al que sólo cabe reprochar la supervivencia. Como si Bankia no fuera a Rato lo que la manzana a Newton, el Gobierno se empeña en que no dé explicaciones en el Parlamento. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría se desplazó expresamente a la sede de la Carrera de San Jerónimo para orientar la estrategia del grupo popular.

Ante la crisis del sistema financiero, lo primero es ganar tiempo. Lo segundo, reducir la rendición de cuentas en el Parlamento a la subcomisión encargada de Fondo de Regulación Ordenada Bancaria (FROB), posiblemente a puerta cerrada para que no entren moscas. Y lo tercero es que comparezcan los malvados Solbes y Salgado, que algo sabrán de la gestión de Terceiro, Blesa y el tercero propiamente dicho, Rato, en Caja Madrid.

Les resumo las decisiones parlamentarias impuestas por el PP: una semana de silencio, unas comparecencias a puerta cerrada –si la opinión pública presiona, se abrirá en el último momento– en la subcomisión de la “subcrisis”. Y, por supuesto, dentro de la “transparencia absoluta”, un desfile de gestores a partir de la comparecencia el jueves del subgobernador del Banco de España, Francisco Javier Ariztegui. Los comparecientes forman parte de una “carta a los Reyes Magos”, según dicen los del PSOE, y de una “lista muy exigente”, según los del PP, todo con el fin de no reprochar responsabilidades gestoras ni al inefable Rato ni a aquel histórico Narcis Serra, ¿se acuerdan?, que fue el ministro de Defensa que calmó a los golpistas en 1982 y en los últimos años –hasta finales de 2010—presidió Caixa Cataluña, intervenida por el FROB. Si después de la mala herencia de los “malvados socialistas” puede intervenir Rato Figaredo, ya lo veremos.