Las obras se distribuyen en dos espacios diferenciados con la finalidad de potenciar la diferente forma de abordar la misma temática. Por un lado, el colectivo español Rojo Sache, formado por
Rosa I. Vázquez y José Fernández, presenta Spirits and demons, un proyecto en el que la naturaleza sorprende, mostrando aquello que, a simple vista, no se percibe.

En principio – tal y como señala Oscar Alonso Molina-, uno pensaría que el sencillo sistema de duplicar la escena a partir de un eje axial que divide en dos partes simétricas, izquierda y derecha,
la toma original, no podría dar suficiente juego como para convertirse en el leitmotiv de un proyecto plausible y profundo sin agotarse a los pocos casos. Pero lo cierto es que, frente a cada
una de las fotografías de la serie resultante, en el juego del reconocimiento, o de las apariciones en escenarios naturales rarificados, surge un foco inagotable de sugerencias formales y
conceptuales.

La inercia irrefrenable de nuestro sistema perceptivo por configurar este modelo es tan potente, que se producen lapsus por doquier, y nos llevan a estar constantemente rodeados de presencias incompletas.

El ritmo y el sonido sugerido a través de las apariciones, otorga a la imagen una especial fuerza y vitalidad.

Por su lado, Ang Song Nian en la serie And Now, Like Sleeping Flowers… parte de una posición radicalmente distinta con el medio. Resulta aún más acuciante el desasosiego que produce la desaparición de los cuerpos en mitad de una naturaleza. A diferencia de los escenarios de Rojo Sache, conservan todo tipo de rastros de la cultura y de la habitación del hombre en el mundo: unos bancos, unas mesas semiocultas entre las hierbas …la actividad humana aparece remarcada in absentia dentro del escenario vacío sobre el que vemos flotar una nube irregular
de confeti, para representar la presencia del ser humano en la naturaleza, al contrario que Rojo Sache, que encuentra presencia de seres en la propia naturaleza. Song Nian recoge una visión oriental del paisaje. Los pequeños recortes de papel fueron empleados en la China ancestral en las procesiones fúnebres. Caído del cielo, con simbología monetaria, el confeti puede tener incluso alusiones infernales.

Sutil y delicado, refleja el silencio que se siente cuando no quieres ver mas allá de un paisaje, en el que, bajo la apariencia alegre, lúdica y festiva del momento resplandeciente detenido en el
aire, podríamos imaginar una suerte de deflagración la idea del derroche, del gasto suntuario o de la ofrenda, encarnados en el mismo preciosismo de estas imágenes donde siempre el sujeto
es testigo de las preocupaciones de un presente que empieza a entender la relación con la naturaleza en términos de gasto y beneficio.

El paisaje, que desde Baudelaire es entendido entre nosotros como una construcción eminentemente artificial, no sería considerado en el caso de nuestro fotógrafo simplemente bajo la voluntad contemplativa clásica; se trataría, por el contrario, de cierto medio de reflexión más amplio, crítico y urgente, que, en estas primeras décadas del siglo XXI, acomete nuestra civilización con alarmante mirada sobre el entorno circundante en que se enmarca.

Por esto, quizás el arte sirva todavía para pensar, no sólo en las preguntas más lúcidas, sino, incluso, en alguna de las ansiadas respuestas.

Exposición del 6 de junio al 22 dejulio, en la Galeria Eva, calle Villanueva, 8.  Madrid