Jitka Hanzlová o la naturaleza del exilio

01/06/2012

Miguel Ángel Valero. La Fundación Mapfre expone, por vez primera en España y hasta el 2 de septiembre, la obra de la fotógrafa checa.

Dice el refranero, siempre tan sabio, que uno no es de donde nace, sino de donde pace. Pero hay ocasiones en que hasta los refranes yerran. Que Jitka Hanzlová naciera en 1958 en Náchod, en la entonces Checoslovaquia sometida a la dictadura comunista (ahora, República Checa), es fundamental para entender la obra de esta fotógrafa. En 1982, Hanzlová huye del régimen comunista y se exilia en Essen (Alemania), donde se especializa en fotografía en su Universidad.

El exilio marca la obra de Hanzlová, que centra sus trabajos fotográficos en tratar de captar la esencia de lo que retrata, de poner de manifiesto las relaciones y, sobre todo, las tensiones entre las personas, la Naturaleza y los objetos.

Convivimos con nuestro pasado y nuestra memoria. Vivir en el exilio significa aplastar nuestra memoria; vivir sobre una pierna     perdiendo el equilibrio, poniendo nuestra esperanza en el futuro”. Esta frase de Jitka Hanzlová resume el espíritu de su obra.

Esto se puede ver con nitidez en la primera exposición que se hace en España de la obra de esta fotógrafa, en la sala Castellana de la Fundación Mapfre, en el centro comercial Moda Shopping de Madrid, hasta el 2 de septiembre. Es la mayor muestra que se hace de los trabajos fotográficos de Hanzlová en el mundo. Una fotógrafa poco conocida en España, pero que ha recibido numerosos premios (el Otto Steinert, en 1993; el European Photography Award y la eca del DG Bank en 1996; el Gran Prix de Rencontres d’Arles, en 2003; el BMW-Paris Photo Prize for Contemporary Photography en 2007).

La Fundación Mapfre, con gran acierto, ha optado por organizar cronológicamente la obra expuesta, 142 fotografías agrupadas en nueve series. La primera es «Rokytník», en referencia al pueblo de Bohemia donde se crió, y al que vuelve tras la caída del régimen comunista. Son fotografías de un pasado lejano y extraño, en el que el tiempo parece haberse parado, marcadas por la melancolía y el reencuentro.

«Bewohner» («Habitantes») es el contrapunto a la primera serie, y muestra la vida en la gran ciudad, fundamentalmente Essen. Hanzlová retrata el asislamiento, la soledad, el desarraigo, de las personas dentro de la masa, que sufren una vida llena de obstáculos y de límites.

«Brixton» es un trabajo de encargo: en 2002 la Photographer’s Gallery invita a Hanzlová a hacer fotografías sobre este barrio, uno de los más pobres de Londres, y tristemente conocido por sus conflictos raciales. La fotógrafa checa opta por retratar tres generaciones de mujeres afrocaribeñas, a las que se acerca en la calle. Así logra retratos de gran carga psicológica, en los que la fugacidad del encuentro no impide transmitir las preocupaciones y deseos de esas mujeres.

«Forest» supone una vuelta a la infancia, a los orígenes, en la que el bosque de Chequia es una metáfora de la búsqueda, en la Naturaleza, de la identidad, de las raíces, de la necesidad de asumir el pasado.

En la quinta serie, «Here«, la fotógrafa cambia el bosque por la cuenca del Rhur, donde la Naturaleza se ve afectada por el desarrollo industrial, los personajes retratados parecen intrusos, y la relación con el entorno se transforma en un conflicto permanente.

«Cotton Rose» es fruto de la participación en el proyecto «European Eyes on Japan», en el que artistas europeos recorren Japón. Hanzlová huye del exotismo oriental para retratar a personas en armonía con el paisaje.

«There is Someting I don’t know» muestra la culminación del retrato en la obra de Hanzlová, que recupera la tradición de la representación atemporal, de las poses estudiadas para destacar la individualidad del ser humano, tan presentes en la historia del Arte desde el Renacimiento. La última parte de esta serie ha sido producida por la Fundación Mapfre y está formada por retratos realizados en Madrid.

Las dos últimas series son estrenos, y además inacabados. «Horses» muestra una original manera de retratar a caballos, de tratar de captar su esencia desde enfoques innovadores, sorprendentes. Y «Flowers» muestra flores en distintos procesos de transformación, que nos hablan del perpetuo cambio.

Es otra mirada. La de una genial fotógrafa que busca incansable la naturaleza del exilio.

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