Ensalada de canónigos y jamón ibérico

01/06/2012

Patricio Sesma Granell, restaurador. Por supuesto que sigo con mi librito económico en el baño, que las flojeras de cuerpo y espíritu que provoca la situación económica no me permiten hacer otra cosa. ¿Cuándo llegará el estreñimiento al despilfarro?

Estoy en el capítulo que explica la “Economía Keynesiana».

Después de la escuela clásica (“dejar hacer, dejar pasar”), los países occidentales con su revolución industrial en ciernes, empezaron a fiarse de Adam Smith y los gobiernos no intervinieron o intervinieron muy poco en el manejo económico de las naciones.

Este tal Smith fue llamado “padre de la economía” y tenía una premisa, y hablo de 1776, que era la siguiente: existe una mano invisible que lleva a los individuos a actuar por beneficio propio y a promover los beneficios de la sociedad. Vemos que ya en 1776  los economistas nos tomaban por el pito del sereno. Y concluía diciendo que de esta manera los mercados asignan los recursos eficientemente para satisfacer las necesidades de los consumidores.

Pues Adam, qué quieres que te diga, que si los mercados fueran gente sana y cabal, tu teoría no habría acabado con la explosión de la Primera Guerra Mundial.

Claro, y tras la guerra, los países involucrados se enfrentan a los típicos problemas de hoy en día, como son economías caídas, destrucción de infraestructuras (millones de casas que no sirven), inválidos de guerra, en la actualidad parados, jubilados y funcionarios, población sin recursos básicos que no cobra  desempleo , tiene hipoteca, etc.

Y con estas nos andábamos cuando John Maylard Keynes, que era un economista británico, participó en el Tratado de Versalles en 1919.

Tras participar es este G-8 de los años veinte, tuvo la feliz idea de reunir sus pensamientos en algo llamado “La teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero”.

Keynes nos cuenta que no existen mecanismos de ajuste automático que permitan a la economía recuperarse de las recesiones. ¿Te has enterado, Ángela Merkel?

Afirmaba:

A) Que el ahorro no invertido prolonga el estancamiento económico ¡Nuestros políticos recortando!

B) Que la inversión de las empresas  depende de la creación de nuevos mercados, nuevos adelantos técnicos y otras variables independientes del tipo de interés o del ahorro ¡Y nuestros políticos recortan y recortan para no invertir!

C) Como la inversión empresarial fluctúa, no se puede esperar que ésta pueda preservar un alto nivel de empleo y unos ingresos estables; ante esto Keynes proponía que el gasto público debe compensar la insuficiente inversión privada durante una recesión. ¡¡ Joder, y no le hacen ni puñetero caso!!

Me da la sensación de  que los políticos no van al baño dado su estreñimiento racional, y  entonces ¿qué leen?

Ese es el gran problema, que no saben leer lo que ocurre en la calle.

Y no quiero contar nada de los que andan por ahí con la cruz del IBI a cuestas, pero ese es un tema que trataremos otro día, ya que por ahora sólo ha conseguido que me acuerde de una receta fresquita para el veranito que nos viene.

ENSALADA DE CANONIGOS Y JAMON IBERICO

Ingredientes

Canónigos, una bolsita de unos 125 gramos. Los canónigos  que se comen son tranquilizantes ya que pertenecen a la familia de las valerianas, los que no pagan el IBI son otro tipo de canónigos, no comestibles.

200 gr. de queso de cabra blandito.

6-8 lonchas de jamón.

1  manzana Golden grandecita

2 tomates medianos o uno por cada comensal.

1 granada

Sal

Vinagre de Módena

Aceite virgen de oliva

Preparación

En una fuente aliñamos  los canónigos con sal, vinagre de Módena, aceite y reservamos. Ya saben el dicho, para aliñar hacen falta tres personas, un comedido para la sal, un avaro para el vinagre y un generoso para el aceite.

A las lonchas de jamón, por eso no hace falta que sea muy bueno, les damos un paseíto por la plancha o sartén con poquito aceite y reservamos.

En la misma sartén y aprovechando el saborcito que ha dejado el jamón en el aceite, añadimos un poquito más del oro español y salteamos la manzana que previamente habremos cortado en daditos.

Cogemos un molde o un bol o un vaso de sidra, y por este orden y no otro vamos a colocar los ingredientes por capas.

Empezamos por  la mitad de los canónigos ya aliñados,  los dados de manzana salteados,  los tomates cortados en rodajas,  la mitad de las lonchas de jamón, el resto de los canónigos, el queso de cabra desmigado y las lonchas de jamón que nos quedan.

Desmoldamos con cuidado y servimos decorado con los granitos de granada por encima.

¡Ojito! No montar la ensalada hasta que el jamón y la manzana se hayan templado para que no se pongan los canónigos blanditos.

Y para que esta receta se pueda hacer varias veces, sólo hay que combinar de la misma forma otros productos: cambiamos canónigos por berros o lechuga normal,  la manzana por un melocotón en dados y la granada por piñones pelados.

¡¡¡ Buen provecho!!!

Patricio Sesma Granell es Director del Restaurante Bokado de Madrid

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