Arteoliva: alimentos andaluces que conquistan el extranjero

01/06/2012

Lucía Martín. Se puede tener una producción industrial sin renunciar a los sabores caseros y con un producto final que nada tiene que envidiar a los que se cocinan en casa. Aceitunas, salsas, aceites… en esta pyme cordobesa tienen el secreto de los alimentos bien hechos.

De una máquina que se asemeja a una Thermomix gigante salen bechamel, salsas de queso, salmorejos, gazpachos… Salen porque aparecen empaquetadas en un brick al final de la cadena de producción, pero no porque atinemos a ver nada del proceso. Como si fuese magia. Lo llaman fabricar en aséptico, por eso no necesitan añadir conservantes a los alimentos, sólo productos naturales. El gazpacho con su tomate, su pepino, el pan y el aceite de oliva… La bechamel con su mantequilla, leche, harina, incluso, nuez moscada… Los artífices de estos alimentos que saben como los que se cocinan en casa son una pyme de Córdoba que emplea a 45 personas, ArteOliva. Les gusta definirse como una empresa innovadora en un mercado maduro, y aunque parece un contrasentido no lo es y prueba de ello es que su departamento de I+D es de lo más puntero: lo promocionan con la intención de que se convierta en el departamento de I+D de muchos de sus clientes, desarrollando para ellos productos como si de un traje a medida se tratase.

Y así surgen la salsa de la ensalada más vendida por el grupo Vips, la César, por ejemplo; o la bechamel de Santa Teresa y Hacendado, las salsas para Rodilla y un largo etcétera. Eso explica que su apartado de “clientes especiales” no haya dejado de crecer y vaya como la espuma: los productos a medida son los cuartos en facturación, por detrás de las salsas (lo que más), las aceitunas y los aceites.

En ArteOliva resisten como campeones, a pesar de que las ayudas a las pymes brillan por su ausencia y de que las cosas vengan, en general, mal dadas: con mucho esfuerzo han conseguido colocar su producción en más de 80 países. Por ejemplo, son líderes de ventas de aceitunas en Rusia, país en el que consiguieron introducirse a través de ferias. A ese mercado destinan variedades de lo más variopinta: rellenas de almendra amarga, de atún, de queso azul, etc… La compañía se fundó a finales de 1998 comercializando aceite de oliva y aceitunas. Eso sí, nada de botellas para envolver su oro líquido: “Sólo envasamos en tetra brik y lata porque diversos estudios demuestran que la luz acaba dañando las cualidades del aceite”, comenta Felipe Silvela, uno de los dos socios fundadores. Pronto empezaron a desarrollar otros productos, básicamente empujados por la potente actividad de su departamento de I+D y porque, como afirma Silvela, “el aceite hoy en España con estos precios no es negocio”. De esta forma llegaron las salsas, los vinagres, las aceitunas rellenas, el salmorejo y los caldos caseros. Y nada de caldos a base de concentrados: en su planta de Palma del Río las cosas se hacen como se elaboraban antaño en las cocinas de nuestras abuelas.

Los tres pilares de la empresa son la internacionalización (recientemente la compañía recuperó el mercado ucraniano y también están vendiendo en el Caribe el gazpacho, un producto muy estacional que de abril a septiembre representa el 80% de la facturación); la innovación y la producción industrial, pero sin renunciar a los sabores caseros.

La empresa facturó más de diez millones de euros en 2011. Entre sus novedades prevén sacar una gama de cremas.

Sigue a Lucía Martín en Twitter. http://twitter.com/Luciamartin

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