Con el Muro vivíamos mejor (a este lado), sostienen los cínicos, acogiéndose al argumento de que los tanques del Pacto de Varsovia eran la salvaguarda de nuestras pensiones de jubilación y nuestra sanidad gratuita y universal. Sin tanques enfrente el capitalismo tiende a volverse mucho menos generoso y te obliga a pagar la cama del hospital. Pero, claro, las cosas son como son y no íbamos a mantener a media Europa bajo la bota soviética con objeto de preservar nuestro bienestar socialdemócrata . Y, además, que al otro lado había un montón de ciudadanos deseosos de vivir la vida loca del libérrimo Occidente.

Cayó el Muro, los países de la órbita socialista se emanciparon y, muy pronto, cayeron en la cuenta de que, en gran medida, desconocían su propia identidad. Y, así, hubo quién se acomodó más o menos bien al presente, quien se divorcio de sí mismo (Checoslovaquia), quien optó por la masacre (Yugoslavia), quienes (en abundancia) se entregaron con verdadera pasión a la creación de nuevas oligarquías o quienes, simplemente, regresaron a la miseria precomunista sin molestar (Albania). Entre todos esos países hay uno del que pocas noticias nos llegan: Bulgaria. Lugar de origen de MiroslavPenkov, jovencísimo escritor que ha irrumpido de modo deslumbrante en el panorama literario con una serie de cuentos que ahora se publican en España bajo el título Al este de Occidente. Ya tenemos, al menos, una buena noticia procedente de Bulgaria.

MiroslavPenkov vive en Estados Unidos y escribe sus relatos en idioma inglés y habla del desarraigo y de cómo nuestras raíces imponen, lo queramos o no, nuestra visión del mundo. No es Penkovun converso irredento a la fe bostoniana. Su corazón, y así lo dice su literatura, se halla en una encrucijada entre dos mundos.

Los personajes de Penkov son expatriados que batallan a toda costa por huir de la añoranza pero, al final, han de negociar con la propia memoria. O habitantes de una Bulgaria donde cunde la desolación y el desconcierto. Hay en sus relatos abuelos entrañables que veneran todavía a Lenin y rituales balcánicos y viejas leyendas de la lucha contra el turco y jóvenes que deambulan borrachos por Sofia, entre revuelta y revuelta, sin saber hacia donde dirigir sus pasos.

“Me cuesta treinta años,  y la pérdida de personas que quiero, llegar por fin a Belgrado”. Así arranca uno de los más conmovedores cuentos de este volumen, el que da título a la compilación, Al este de Occidente. Relato de fronteras absurdas que agitan la tragedia y amores imposibles y ciudades sumergidas en el lecho de un río.

“Cuando mi abuelo se enteró de que me iba a estudiar a Estados Unidos , me escribió una nota de despedida. ‘Cerdo capitalista –decía la nota-, buen viaje. Con amor, tu abuelo’”. Otro brillante arranque. Así comienza Comprar a Lenin, que Salman Rushdie escogió para integrar Thebestamerican short stories 2008. Así son las historias que MiroslavPenkov nos cuenta. Arrebatadoras porque nos descubren paisajes nuevos, pero a la vez emocionantes en su cercanía porque todos, en alguna ocasión, nos hemos sentido tristes tan lejos de casa.

Me cuesta recurrir al término obra maestra para calificar un libro. Pero en este caso estoy tentado de hacerlo. Penkov describe a la perfección la melancolía del fugitivo, de aquel que marchó buscando un lugar mejor pero sabe que jamás podrá desligarse de los rincones donde transcurrió su infancia. Penkov ejecuta una matizada declaración de amor a Bulgaria, su patria, sin pretender esconder fealdades, asumiendo que, con razón o sin ella, solemos amar el pedazo de planeta donde hemos nacido.

Al este de Occidente son un montón de buenas razones para seguir la pista de MiroslavPenkov, de apenas 30 años, desde los 18 en Estados Unidos, y firme promesa de la literatura escrita en inglés.

De lo mejor que he leído en mucho tiempo, créanme.