Cajas que conceden préstamos a espuertas para obra pública y otras lindezas autonómicas innecesarias, consejos con sillones repartidos entre los dos partidos mayoritarios por el gobierno de la Comunidad correspondiente, constructoras que consiguen licencias otorgadas por la administración pública que manda sobre la caja en cuestión, compañías éstas en las que revierten los millones de euros concedidos en préstamos y créditos: empresas en las que, casualmente, todos los responsables de tales decisiones cuentan con intereses económicos encubiertos o son comisionistas. Personajes ciegos de codicia, que por primera vez, se siente útiles y protagonistas -aunque sea en el dudoso arte de trincar a lo campeón- y a los que los ojos se les hacen chiribitas con cifras de tantos ceros. Chorizos de guante blanco y apellidos de postín, que se erigen como reyes de los trapicheos en las sospechosas transacciones de la cuchipandi afín a los poderosos de cada provincia, a los que cada nuevo euro birlado, les provoca el deseo irreprimible de más parné. Sacar el dinero de las cajas de ahorros para meterlo en el bolsillo de los miembros de sus consejos de administración. Arruinar cajas, instituciones públicas, arcas municipales y autonómicas para enriquecer a los responsables de semejantes decisiones y de las operaciones que conllevan. Gestores inútiles nombrados a dedo por el político de turno, compra de votos, pago de favores e inversiones ruinosas de dinero público: tal cual.
Tiempos en los que cualquier espabilado se llena los bolsillos porque el de al lado también se forra. Y si el vecino se lo lleva calentito, aquí no pasa ni media, que no voy a ser yo menos rico. Ni más tonto. La geografía española en pleno -y por ende sus tropemiles administraciones públicas- compitiendo enfervorecidos por el “y yo más”, pero jamás por el mejor servicio al ciudadano ni por la excelencia en el desempeño de sus funciones. Calamitosos proyectos faraónicos responsabilidad de representantes de todos los colores e ideologías: aeropuertos fantasmas, líneas de alta velocidad inutilizadas, palacios de congresos descomunales en ciudades pequeñas, instalaciones deportivas sin estrenar, recintos feriales innecesarios, nuevos puertos deportivos sin embarcaciones, ciudades de la cultura de pega… El mal uso de los fondos públicos asociado a flagrantes casos de corrupción. Cuando salta la liebre -en realidad brincan miles de lagomorfos a lo largo y ancho del país, de norte a sur, de este a oeste, de costa a costa, en Península y archipiélagos-, lejos de exigir con urgencia la imposición de responsabilidades penales, las altas instancias se ponen manos a la obra para urdir presto confidenciales pactos de silencio entre los implicados, que son todos. Unos más, otros menos. Pero en el mapa patrio de las corruptelas no se libraba ni dios. Todos votaron en el consejo de administración -en los consejos de administración-, todos se forraron. Ni socialistas ni populares están en disposición de tirar la primera piedra. Ni convergentes, ni nacionalistas, ni la madre que los parió.
Si tú haces público lo de la señora del secretario general, yo hago público lo del primogénito del presidente autonómico. Si tú haces público los chanchullos del alcalde, yo hago públicas las comisiones del ministro. Si tú haces públicos los blanqueos del diputado, yo hago públicos los chantajes del senador. Si tú haces públicas las cuentas en Caimán del tesorero, yo hago públicas las cuentas en Panamá del vicepresidente. Si tú haces público lo del aeropuerto yo hago público lo del recinto ferial. Si tú haces público lo de la cocaína del concejal, yo hago público lo de las putas del consejero. Si tú haces público lo del tramo del tren de alta velocidad, yo hago público lo de la concesión del evento deportivo. Si tú haces públicas las escuchas ilegales, yo hago públicos los espionajes irregulares. Si tú haces público lo de los terrenos recalificados yo hago público lo de los fondos reservados. Si tú haces público lo de X yo hago público lo de Y.
Así que o callamos la boca, sellando un pacto de silencio eterno por la cuenta que nos trae, o nos vamos todos a tomar por saco. Tú, yo, éste, aquel, aquellos y aquellas. Nuestro cargo, estatus, sillones, coche oficial, prebendas, privilegios, negocios paralelos, nuestros palmeros y hasta nuestras miserias más íntimas.
Y si con suerte o con amenazadas -que todo se andará-, ningún juez con vocación de tocapelotas mete las narices donde no le llaman, ni a ningún jodido periodista de investigación le da por hurgar donde no debe, los votantes permanecerán en la inopia, el lugar que les corresponde por borregos y del que jamás habría que sacarlos. Pero que conste, que lo hacemos por responsabilidad, por sentido de Estado y por España. Todo por España, por la estabilidad del sistema, la solidez de la democracia, por el prestigio internacional y por la unidad de la Nación. Con dos cojones.
Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.