Rajoy, rehén de Goirigolzarri

07/06/2012

Luis Díez.

Puesto que en la segunda semana de este mes de junio no ha habido pleno en el Congreso, y el control al Gobierno en el Senado se ha saldado con el segundo episodio eutrapélico de los escoltas de Mariano Rajoy, que se pasean por la Alta Cámara como Pedro por su casa, entran en el hemiciclo, conminan a un senador, le tiran de la manga de la chaqueta y le invitan a que se largue, pues su señorito el presidente no es molestable ni por el conflicto originado en las cuencas mineras por el propio Gobierno al sustraer 450 de los 750 millones de euros pactados para este año ni por cualquier otro asunto “menor”, ustedes perdonarán al cronista entretenido en tomar café y recabar opiniones de expertos y etólogos –entre los que algunos incluyen al fiscal del Estado, Torres Dulce— sobre la crisis bancaria.

De antemano conviene recordar –me dice el diputado de IU por Málaga Alberto Garzón, el más joven y uno de los más brillantes de cuantos pisan el Congreso– que los bancos no producen nada: lo suyo es agarrar el dinero de los ahorradores con una mano y prestarlo a un determinado interés con la otra. Si no obtienen beneficio porque la crisis económica no les permite cobrar el interés ni recuperar el principal, entran en crisis, y tarde o temprano hay que apelar al rescate para garantizar los depósitos y evitar la quiebra. Eso es lo que ocupa y preocupa estos días al jefe del Gobierno: que Alemania ayude al rescate. Podríamos añadir que la actividad especulativa –esa que consiste en vivir del sudor del prójimo sin dar un palo al agua– figura entre las menos éticas de cuantas realiza el human. Desde la perspectiva de una izquierda como la que encarna Garzón, que no por joven deja de reivindicarse de la fuerza del trabajo, la especulación improductiva y rampante, tendría que ser combatida, prohibida y desterrada.

¿Cómo hacerlo?, le pregunta el cronista. Con mecanismos impositivos de socialización de los beneficios. Eso es pedir peras al olmo, o sea al PP, pues aquí sólo se socializan las pérdidas y si el Estado no tiene dinero, apela a lo que ya sabemos: más impuestos a los trabajadores y a las fuerzas productivas y más restricciones en la prestación de los servicios públicos esenciales, tales como la Educación, la Sanidad y la ayuda a quienes no pueden valerse por sí mismos. La situación ha llegado al límite. Vean si no el último informe del Consejo Económico y Social o escuchen, si les parece, al nuevo secretario general de la Seguridad Social, Tomás Burgos, sobre el sistema de pensiones.

Con el portavoz de Economía del PSOE, el ex ministro de Trabajo Valeriano Gómez, toca halar del caso Bankia. Es insólito –dice– que el Gobierno haya aceptado sin titubeo ni contraste con el Banco de España la cifra de 23.500 millones de euros –cuatro veces el coste del rescate de Banesto– que el sustituto de Rodrigo Rato al frente de la entidad, Goirigolzarri, ha pedido para cubrir el agujero presente y futuro. Al prescindir del Banco de España, por el que pasan todas las operaciones de todos los bancos y al que acudirán hoy los “auditores independientes” contratados por una pasta que no ha sido revelada para examinar nuestro sistema financiero, Rajoy se ha convertido en “rehén” de Goirigolzarri, dice Valeriano Gomez. Insólito cuando menos sí parece.

Yo quiero oír –añade el portavoz socialista– al gobernador (Se refiere al saliente Miguel Ángel Fernández Ordóñez y a su antecesor Jaime Caruana), quiero saber qué hicieron con Caja Madrid desde que en 1996 Jaime Terceiro fue sustituido por el amigo de José María Aznar, Miguel Blesa. Tenemos derecho a conocer como hundieron una entidad que era la envidia del sistema financiero, qué operaciones especulativas de alto riesgo, mayormente inmobiliarias –Martinsa-Fadesa, Realia, Metrovacesa, etcétera–, realizaron, qué decía la auditoría de Deloitte que no llegaron a presentar, quiénes eran los miembros de la brivia y la majeza –los “majetes” de Aguirre, Jaime González, Granados, Romero de Tejada y Rato, se entiende– en la entidad y las sociedades participadas. Mientras el país espera que el fiscal Torres Dulce no sea utilizado de coartada y el ministro Luis de Guindos anuncia el nombre del nuevo gobernador del Banco de España, millones de ciudadanos se preguntan si la mayoría absoluta del partido del Gobierno sólo ha de servir para encubrir la falta de probidad.

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