Sin necesidad de esperar al veredicto del tiempo, Rajoy ya se ha ganado ese puesto preeminente en la Historia que le coloca como el presidente que más y mejor animó a la Selección Española. Ni en estos tiempos de bonanza balompédica resulta sencillo cuando, para ello, has de renunciar, por ejemplo, a dar explicaciones a un país que atraviesa la situación económica más grave de su etapa democrática. O a hacerlo deprisa y corriendo, antes de coger el avión para ir al furbol, cuando la presión ya es tan insoportable que ni siquiera valida ese más vale tarde que nunca. Y más doloroso resulta aún cuando te ves obligado a traicionar la solemne promesa de “dar la cara” en todo momento que adquirió recién llegado a Moncloa. Algo que sí hizo apenas hace un par de semanas cuando compareció en un arrebato taurino al grito de ‘dejadme solo’ para asegurar que no habría ningún rescate de la banca española.

Con esa clarividencia extraña que no se exhiba más ante las cámaras y, sobre todo, que no nos adelante cada semana los números de la Primitiva para ir sorteando la crisis. Y no le falta razón pues con este Gobierno el rescate no es rescate sino “inyección de fondos”, la subida del transporte, la luz o el gas tan solo “actualización de tarifas” o la amnistía fiscal una simple “regularización tributaria”. Un catálogo de eufemismos que invita a pensar que no nos toman por lerdos sino por “ciudadanos remisos a la aprehensión de la realidad”. Tanto se esforzó De Guindos en loar el acuerdo del Eurogrupo que lo que choca es que no se hubiera incluido el rescate financiero en el programa electoral del PP para, de ese modo, cumplir alguno de sus compromisos. Sin olvidar el empeño aún más encomiable del equipo palmero habitual en pintar este desastre como el mayor éxito de España en Europa desde los tiempos de Massiel.

Lo cierto es que somos menos fiables que un euro de cartón y que, en consecuencia, pese a la insistencia del ministro de Economía a quien, cierto es, no se le puede reprochar que se esconda, nos van a vigilar más que a Winona Ryder en las rebajas. Esos hombres de negro de los que, con ese singular gracejo, hablaba don Cristóbal Montoro ya están casi aquí y él, que aseguraba que no vendrían jamás, también. Empieza a ser más incomprensible lo segundo porque ya no se sabe si se miente por inconsciencia, indocumentación, ignorancia o mala fe pero el caso es que el relatorio estremece y aburre de tanto recordarlo. No se iba a subir el IRPF ni el IVA, no se iba a abaratar el despido, no iba a haber amnistía fiscal por ser ‘antisocial’, no se iba a dar un euro de dinero público a los bancos ni iba a haber rescate financiero a España. Pues con todo y con eso la única verdad es que la culpa de todo la tiene Zapatero. Gobierno Rajoy, gente sin complejos.