Ángel García Moreno

De cara al exterior se dice desde el entorno del Gobierno que es “habitual” que Rajoy se quede reunido con la vicepresidenta Soraya de Santamaría y los ministros de Economía, Luis de Guindos y de Hacienda, Cristóbal Montoro, tras la Comisión Delegada del Gobierno, como ocurrió ayer.

Pero ayer no era un día normal. La prima de riesgo disparada y los mercados alterados. El domingo elecciones en Grecia. Moody’ s que había dejado la calificación de España al borde del bono-basura y etc…, etc…

Y luego están los interlocutores.

El presidente del Gobierno, por cierto, objeto de chanzas y bromas en la prensa europea tras la petición de rescate bancario.

Soraya Sáenz de Santamaría que a sus múltiples funciones añade la responsabilidad del CNI, el servicio secreto español que cuenta con una unidad de inteligencia económica y como tal con la obligación de tener las antenas desplegadas para saber que se cuece en el mundo económico que pueda afectar a España.

Luis de Guindos, el responsable de la reforma bancaria pero también la cara visible de la economía española en el exterior. El ministro de los recados de Rajoy y el encargado de convencer a políticos y periodistas extranjeros de que España va por buen camino.

Y Montoro. Responsable y gestor de las cuentas públicas. El encargado de que nadie se desvíe en un euro para cumplir con el déficit. Y si hay desviación o la va a haber avisar cuanto antes para poner medidas. Medidas que por cierto siempre son recortes o subidas de impuestos.

Con estos interlocutores, dos horas hablando previamente a la reunión que Rajoy tendrá el viernes con Almunia y a la celebración del Consejo de Ministros, en vísperas de las elecciones griegas volvemos a entrar en un nuevo e intenso fin de semana. ¿Otras 72 horas de infarto?