El Pleno del Congreso de este miércoles resultó edificante. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el dirigente del principal partido de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, manifestaron su decisión de unir fuerzas ante la cumbre de la UE del 28 y 29 de junio con el fin de modificar la orientación de la política económica y colocar en primer plano el empleo y el crecimiento. El portavoz del PNV, Josu Erkoreka, se sumó al binomio y motivó con sus preguntas la primera exposición de Rajoy. Sin bajar la guardia del “saneamiento” de las finanzas públicas y las reformas estructurales, dijo el presidente que pedirá avances sustanciales a sus colegas de la UE en unión fiscal y bancaria, solicitará mayor integración de los mercados y reclamará financiación para las Pymes a través del Banco Europeo de Inversiones.

Los planteamientos del presidente español ya figuraban en la carta que remitió el 6 de junio a los jefes de la Comisión Europea y del Consejo y que reiteró en la reunión de Roma del pasado día 22, donde las tesis de Francois Hollande comenzaron a abrirse paso con un parche de 130.000 millones de euros en la rueda del crecimiento, que se deshincha en la zona euro, como constataron los del G-20 en México. Rubalcaba se mostró de acuerdo y añadió la conveniencia de ampliar nuestro calendario de equilibrio fiscal “sin ampliar la recesión” que sufrimos especialmente los españoles. El líder del PSOE se comprometió a defender esa posición en la reunión que mantendrá antes de la cumbre con sus colegas socialdemócratas.

Rajoy quiso dejar claro el mensaje sobre “la irreversibilidad del euro”, reiteró la apuesta por la unión fiscal y bancaria e introdujo una novedad: “que la recapitalización de los bancos sea directa” y las decisiones del Consejo sean “rápidas y entendibles”. La unidad de objetivos de los dos grandes partidos ya había quedado plasmada la noche del martes en una proposición no de ley del PSOE sobre la política de crecimiento, empleo e integración fiscal y financiera de la UE, que fue votada favorablemente por los populares.

Todo iba bien entre los dos grandes partidos. El presidente se comprometió una vez mas, en respuesta al portavoz de ERC, Alfred Bosch, a resolver el problema del millón de españoles que tienen sus ahorros atrapados en las participaciones preferentes y otros productos bancarios tramposos, y el ministro de Economía, Luis de Guindos, se esforzó una vez más en deslindar el rescate bancario de los ajustes fiscales.

Todo iba bien hasta que el inefable Alberto Ruiz Gallardón, ministro de Justicia, metió la pata una vez más y en respuesta a la socialista María González Veracruz, que le pidió que retire el recurso ante el Constitucional contra los matrimonios de personas del mismo sexo aprovechando la celebración del día del orgullo gay, invocó la “contradicción y falta de coherencia” de Rubalcaba por promover en 2010, cuando era ministro del Interior, la ilegalización de Sortu y expresar ahora su acuerdo con la sentencia del Constitucional que legaliza esta formación, cuyo dirigente, Arnaldo Otegi, sigue en prisión.

La comparación parecía tan chirriante y desafortunada que el portavoz adjunto del PSOE, Eduardo Madina, pidió la palabra. Pero el presidente aplicó el reglamento y no se la dio hasta el final del turno de preguntas. Entonces Rubalcaba aclaró en respuesta a Gallardón –ya desaparecido del hemiciclo– que desde 2010 hasta hoy ha habido un hecho importantísimo: ETA ha renunciado definitivamente a la violencia. Luego, tras una petición de ayuda del ministro de Industria al PSOE para que los sindicatos mineros y los empresarios del carbón se sienten a negociar con él, se celebró el pleno extraordinario de homenaje a las víctimas. Los parlamentarios expresaron por boca del presidente, Jesús Posada, su “afecto, cercanía y comprensión”, guardaron un minuto de silencio y dedicaron un prolongado aplauso a los familiares que ocupaban la tribuna de invitados. Los de Amaiur no asistieron porque prefirieron homenajear a todas las víctimas junto al árbol de Gernika.