Cuando el PP se manifestaba con la AVT

29/06/2012

diarioabierto.es.

En el homenaje a las víctimas del terrorismo vasco en el Congreso, el Gobierno no se ha quedado sólo. No ha estado Amaiur, pero eso no es quedarse solo: porque teniendo en cuenta que su portavoz, Xavier Mikel Errekondo, ha criticado la detención de dos terroristas, dos presuntos ejecutores, entre otros, del asesinado concejal socialista Isaias Carrasco y del empresario Iñaki Uría, porque el Gobierno “sigue empeñado en dar pasos justo en la dirección contraria a la resolución del conflicto político”, estar sin Amaiur, mientras se homenajea a las víctimas, es permanecer en la mejor compañía: en la única decente, la verdaderamente democrática. Ahora resulta que para resolver “el conflicto político”, según Errekondo, no solamente hay que flexibilizar, razonablemente, las medidas penitenciarias de los presos, sino dejarles ir. Desde la Amnistía no son presos políticos, aunque se presenten como tales, sino presos comunes, la mayoría culpables de los peores delitos contra las personas: extorsiones, secuestros, torturas y asesinatos. Pero alcanzar un civismo continuo en el País Vasco, y también en el resto del territorio nacional, no puede pasar por convertir los lobos en corderos, en una especie de transformación colectiva, sobre todo con quienes han seguido matando.

Pero el Gobierno no se ha quedado solo, especialmente, porque ha tenido al lado a una oposición leal. Ahora, cuando el Gobierno de Mariano Rajoy, como consecuencia de su política de acercamiento de presos a Euskadi, tiene a la Asociación de Víctimas del Terrorismo en contra, pero no en la calle, habría que recordarle cómo eran las cosas hace poco y cómo hemos cambiado: cuando el Partido Popular de Mariano Rajoy estaba encantado de ocupar avenidas con la AVT, reclamando la dimisión de José Luis Rodríguez Zapatero, en total connivencia con gritos panfletarios que acusaban al actual Ejecutivo poco menos que de ser el brazo político de ETA. Esto ahora nadie lo recuerda, pero las cosas eran así. La oposición, entonces, se echaba a la calle, olvidando aquella frase mítica de Aznar, siendo presidente del Gobierno y en su proceso de paz, refiriéndose a ETA como “Movimiento de liberación vasco”. Pues bien, a la calle. A la calle que se fueron todos a gritar contra el Gobierno socialista, por cómplices de ETA.

Y no gritaban sólo en plena calle. Gritaban en las ondas. Gritaban en portadas de periódicos. Gritaban en la tele. Gritaban a todo aquel que quisiera escucharles, que había que estar con las víctimas –algo muy cierto-, siguiendo sus dictados –algo no tan cierto, como está comprobando, ahora, este Gobierno-. Pero la diferencia, en suma, es que el Ejecutivo de Mariano Rajoy está teniendo enfrente una oposición honrada, al menos en el tema terrorista. Por eso no estuvo solo el miércoles pasado. Porque no se ha seguido manipulando la calle democrática.

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