Siempre he creído que quienes defienden que las comparaciones son odiosas es porque, habitualmente, salen perdiendo en ellas. Más que detestable resulta injustificable, por ejemplo, que se dejé morir a la minería con la excusa de no ser un sector rentable y se salve a las concesionarias de autopistas de una actividad ruinosa que, como mínimo, tiene un futuro tan negro como el carbón. Y todo ello sin necesidad de que los presidentes de esas empresas se apeen de sus flamantes coches pues ya se sabe que eso de ir andando hasta la capital para protestar es monopolio del lumpen proletariado. Debe ser que se quejan de vicio cuando lo que debieran, por poco patriotas que fueran, es hacer la ola ante las legendarias victorias de España en Europa.

Y no me refiero al éxtasis balompédico sino a esa cumbre a cuatro anterior en la que el primer ministro italiano Monti amenazó con dimitir si Merkel no cedía. Cuentan que Rajoy, muy solidario, hizo lo propio y también amenazó con que dimitiría. Monti, claro está. Él no pues, optimista en lo futbolístico, era consciente de su ‘obligación’ de asistir a la final de la Eurocopa. Un deber que para todo estadista que se precie está muy por encima de celebrar un Debate del Estado de la Nación. Más aún en estos tiempos de recortes y austeridad en los que se antoja un despilfarro convocar a sus señorías y gastar luz y taquígrafos para concluir que el país está hecho unos zorros.

Cómo estará la cosa que hasta se nos invita como consuelo a saltar alborozados porque a los bancos se les van a soltar miles de millones de euros. Por lo visto ese manantial de billetes no computara como déficit y, por tanto, la parte contratante de la primera parte nos quiere convencer de que no seremos los contribuyentes quienes costeemos los desmanes financieros. Eso está bien. Que no falte el humor ni en plena crisis ¿Alguien conoce caso alguno en que los bancos paguen algo con dinero que salga de sus propios bolsillos? Si no es por lo civil será por lo militar, si no es con impuestos será con comisiones o abusos varios, pero pagar esta ronda vaya que la pagamos aunque ya no esté el fenecido pulpo Paul para certificarlo.

Si este éxito sin precedentes del presidente del Gobierno se acompasa además con una subida del gas y la luz, con el copago de las recetas en las farmacias o, en Madrid, con la supresión de las becas para libros de texto, se quiera o no como que se desluce el singular acontecimiento. Debe ser porque uno, acaso egoísta, no entiende que se ensalcen tanto los respiros que se conceden a los mercados mientras nadie parece reparar en quién le ofrece ese mismo oxígeno a los ciudadanos. Y con ganar la Eurocopa no es suficiente.