Cheese Bar, situado en el número 61 de la calle José Abascal de Madrid, es mucho más que un restaurante, ya que reúne en un único espacio todos los elementos de este exquisito alimento: los mejores quesos, una rica gastronomía basada en este producto, una biblioteca con cuantiosa información sobre el queso y un centro de divulgación de su cultura. La nueva propuesta de Poncelet aglutina una de las mayores y más cuidadas ofertas internacionales en torno al queso. Su carta dispone de más de 140 variedades, procedentes de las 17 comunidades autónomas españolas y de ocho países europeos. Dentro de esta amplia selección están representados los cuatro tipos de leche empleadas habitualmente para la elaboración del queso: cabra, oveja, vaca y búfala, así como diferentes mezclas de estas leches. También hay un buen número de otros productos lácteos especialmente pensados para el desayuno, como yogures, requesones, quesos frescos, recuit, mato, cuajadas, etc.
En la carta, cada queso dispone de una ficha con información sobre su origen, características, sabor, proceso de elaboración, tipo de leche, etc. y el corte de los quesos se hace de cara al público, para que los clientes puedan verlo y aprender cuál es el más adecuado para cada uno.
Según el tipo de queso elegido, el servicio irá acompañado de confituras, chutneys, membrillos, verduras, mermeladas y del mejor pan.
La oferta gastronómica de Cheese Bar se completa con platos elaborados que cuentan, al menos, con una clase de queso entre sus ingredientes. Así, por ejemplo, se puede encontrar tartiflette, diferentes fondues o raclettes. Para los que no les gusta o no pueden comer queso, además, se han incluido en la carta algunos platos denominados “Anti-quesos”.
Por su parte, la carta de vinos -amplia y variada- está adaptada a la oferta gastronómica. Los vinos blancos son mayoría, pero también hay tintos, cavas, champanes y vinos dulces, así como sidras naturales y una selección de cervezas artesanales de pequeña producción.
Otro elemento fundamental de Cheese Bar es su equipo humano, formado por auténticos expertos en el mundo del queso, que informan y aconsejan a los clientes para que su comida sea lo más satisfactoria posible. El restaurante cuenta además con Joaquín Felipe -jefe de cocina de los hoteles Villa Real y Urban– que se ocupa del asesoramiento gastronómico y de Abel Valverde, de Santceloni, como asesor de sala.
En cuanto al diseño arquitectónico destaca el primer jardín vertical interior en Madrid, de unos 30 metros cuadrados y con más de 1.000 plantas. Los casi 700 metros cuadrados de los que dispone el local se han dividido en dos plantas. La inferior alberga la cava de vinos y la de quesos. La estructura de esta última, diseñada en forma de diamante, permite que los quesos sean fácilmente visibles desde cualquier punto. También se han dispuesto dos barras, una cercana al acceso principal y otra al fondo, vestidas con sillas altas para aquellos clientes que prefieran disfrutar de una comida más informal. El resto de la planta se distribuye en dos ambientes, adecuados a diferentes estilos de consumo. Así, se ha dispuesto una mesa comunal para que, al estilo nórdico, el comensal comparta su experiencia con otras personas y una zona de mesas redondas que otorga mayor privacidad. En la planta superior se encuentra la biblioteca, donde se aglutina un buen número de volúmenes sobre el mundo del queso y la gastronomía en general. Se trata además de un centro de divulgación que programará diferentes eventos en torno al queso.
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