Las víctimas de la crisis

19/07/2012

diarioabierto.es.

Lamentablemente la actualidad obliga a  comentar e insistir una y otra vez sobre la tan manida y agobiante crisis económica, a pesar de que las noticias no cambian sustancialmente y solo aportan matizaciones menores o apuntan esperanzas vanas que casi todo el mundo sabe que no van a cumplirse de forma inmediata ni siquiera en tiempo útil para evitar la catástrofe hacia la que nos encaminan resignadamente nuestros dirigentes políticos y con entusiasmo los ideólogos que los sustentan y los poderes económicos que siempre son capaces de sacar ganancia de las desgracias ajenas.

No deja de ser sorprendente el empecinamiento en el error, la persistencia en la aplicación de drásticas medidas de corrección del déficit, de crueles medidas de recorte que se han mostrado ineficaces, en las que nadie cree y de cuya utilidad y eficacia  duda incluso el Gobierno que las promueve. Pero, no obstante, parece ser la única política que se les ocurre.

Cada oleada de ajuste se traduce en más desempleo, en un empeoramiento de las condiciones de vida y de las expectativas del conjunto de la población. En un empobrecimiento generalizado, en una reducción de la capacidad de consumo y en una menor actividad económica y productiva. Y, en consecuencia  se produce una caída de los ingresos del Estado y surge la necesidad de nuevos ajustes para controlar el déficit. Es decir, un auténtico círculo vicioso que solo acabará con la muerte por inanición de los ciudadanos o con su insumisión y resistencia a ultranza.

Muchas veces, en medio de los debates académicos, económicos y políticos sobre la crisis, parece olvidarse que quienes las sufren son personas que no solo ven como se atacan y se suprimen de un plumazo derechos adquiridos, se empobrecen y ven seriamente perjudicadas sus condiciones de vida y además ven cercenadas de raíz sus expectativas de futuro. Auténticas víctimas de una crisis a la que son ajenas

Para colmo parece haberse puesto en marcha una conspiración contra la dignidad del pobre trabajador, culpabilizándole de su precaria situación– Si es pobre, que se joda. Seguramente quien está desempleado o tiene un trabajo precario y está expuesto a contratos basura es porque es un vago o tonto, ya que ninguno de sus amigos y conocidos tiene esa condición. Primero fueron los docentes, luego los funcionarios en general, también los mineros y, como no, lo parados que son felices viviendo de los subsidios y quienes nunca han logrado trabajar y no reciben apoyo  alguno, seguramente estarán haciendo felices a sus familias que se subliman en el ejercicio de la solidaridad. Bastantes de nuestros prebostes parecen encontrarse cómodos en tan canallesca estrategia y, sorprendentemente, algunos ciudadanos ingenuos parecen estar dispuestos a “comprar” tan maño disparate.

Todo antes que reconocer que históricamente el sistema económico y productivo español ha sido una filfa; que hemos tenido muchos hombres de negocios que han hecho buenos negocios y se han forrado  durante muchos años de bonanza y muy pocos empresarios creadores de riqueza. No hay trabajo porque no hay inversión ni pública ni privada, porque no hay actividad y, en esta situación y por mucho que ahorremos, no podemos inspirar confianza a nadie ni asegurar que vamos a cumplir nuestros compromisos como país-

Creo que es inaplazable que los gobernantes nacionales y las instituciones supranacionales dejen de enredarse en debates bizantinos y piensen en los ciudadanos, en las personas que sufren en carne propia sus indecisiones, su temores y sus torpezas y, por supuesto, que usen su autoridad y poder para embridar a los poderes económicos que se están haciendo de oro con la crisis.

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