España se queda sin tiempo

20/07/2012

diarioabierto.es.

Desde hace algún tiempo, una de las palabras que más escuchamos por todas partes es “austeridad”. Sin embargo, lo cierto es que del análisis de las cifras de la economía nacional se deriva una realidad bien distinta. Por poner unas cifras sobre la mesa, el déficit español en el 2011 terminó el ejercicio en el 8,9%. ¿Qué significa esto? Significa que España (Estado, Autonomías y Ayuntamientos) ha gastado 89.000 Millones de € más de lo que ha ingresado, con una deuda pública que cerró el año 2011 en el 68,5% del PIB y que podría llegar al 90% este año.

También cabría pensar que después de los múltiples toques de atención de Bruselas y de las medidas adoptadas por el nuevo ejecutivo (subida IRPF, reforma laboral, reformas financieras,…) la tendencia tendría que haber empezado a invertirse. Nada más lejos de la realidad. En los cinco primeros meses del año 2012 el Estado ha acumulado unos gastos de 68.095 Millones de € con una cifra de ingresos de 31.708 Mn€, lo que supone un incremento del déficit del 30,6%. ¿Qué podemos extraer de estas cifras? Primero, que el Estado sigue gastando más de lo que ingresa. Y segundo, que teniendo en cuenta que este desequilibrio supone en porcentaje del PIB un 3,41%, y que el objetivo para este año es del 3,50%, se entiende por qué cada vez son más las voces que aseguran que este objetivo es “Misión imposible”(como las famosas películas de Tom Cruise). Resulta complicado creer que el conjunto de las administraciones puedan cerrar el año dentro del objetivo (ya dos veces flexibilizado) del 6,3%.

Otra pregunta que podríamos hacernos tras el análisis de los datos de mayo es si las medidas adoptadas por el Gobierno están ayudando a equilibrar el presupuesto. Parece que tampoco es así; los ingresos en los 5 primeros meses del año se han situado en 31.708 Millones de €, lo que ha supuesto un retroceso de más del 4%, siendo uno de los motivos la caída de la base recaudatoria como consecuencia de la crisis económica. Con el último paquete de los mismos se están haciendo avances en materia de consolidación fiscal, pero no está tan claro que vaya a tener un efecto positivo como instrumento de “reequilibrio”. A esto mismo  hacía referencia hace días (9 de julio pasado) Mario Draghi cuando declaró que ¨ La consolidación fiscal debe centrarse más en el recorte de gastos y menos en subir impuestos».

La situación sigue siendo complicada y la solución no es tan obvia. Una de las alternativas más lógicas podría ser centrarse en la reducción del gasto, de manera que se haga algo más factible el cumplimiento del déficit público. De no ser así, será difícil que recuperemos la credibilidad perdida en la comunidad internacional, y las consecuencias inmediatas son fáciles de deducir: las primas de riesgo seguirán en niveles insostenibles, dificultades para acceder a la financiación,…

Aunque en el camino, no estaría de más que el BCE nos tendiera una mano, reactivando, por ejemplo, las compras de bonos periféricos, algo que tendría un auténtico efecto balsámico en los mercados y nos daría una importante tregua. Y mientras tanto, y con la confianza de que los planes del Gobierno comiencen a dar poco a poco sus frutos, seguimos jugando las cartas que nos quedan en la manga: el apoyo de Europa y la esperanza de que el BCE salga de su letargo.

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