Puntualmente a las diez de la mañana el conseller del Interior de la Generalitat ofreció el primer análisis de la situación del incendio que afecta el Alt Empordà. Por primera vez ofreció una imagen de un cierto optimismo y explicó que si las previsiones del tiempo se cumplen espera poder anunciar a lo largo de la jornada de hoy que el incendio ha entrado en fase de control, “dicho con toda la prudencia”. De momento los más de mil bomberos (catalanes, españoles, franceses y andorranos), los 200 Mossos d´Esquadra y 200 militares, veinte técnicos forestales y 30 unidades aéreas siguen trabajando denodadamente para combatir un fuego que afecta un área de 65 kilómetros y que abarca 13.800 hectáreas

De las seis personas heridas una sigue en estado crítico mientras el resto evoluciona favorablemete y esperan que puedan dejar la unidad de cuidados intensivos en las próximas horas. Por otra parte las intoxicaciones por humo han provocado intensificar los equipos de los centros de atención primaria. Asimismo generadores han permito que sólo 18 abonados no tengan suministro eléctrico, mientras tratan de solventar los problemas telefónicos.

El conseller explicó que Catalunya ha tenido el invierno más seco de los últimos cuarenta años por lo que “estamos en una situación de extrema fragilidad” al estar los bosques muy secos, insistió en atribuir el origen de los dos incendios en descuidos humanos e hizo un llamamiento a la población para extremar las precauciones, especialmente en tirar colillas al suelo. Este comportamiento tan frecuente tanto en ciudad como en el campo, “ha dejar de ser frecuente”. Asimismo prometió “hacer todo lo posible para buscar no sólo las causas si no los responsables de estos incendios”.

El presupuesto de la Generalitat para la prevención de incendios se han visto reducidos fectados en los dos últimos años en un 20% por los recortes que está aplicando el Govern por la crisis, pasando de 30 a 24 millones. Los bomberos de la Genealitat, en una reunión en el Parlament con los grupos de la oposición celebrada el pasado febrero, ya avisaron que la falta de inversiones en el cuerpo y la actual sequía podía convertir este verano similar a la del 94, que fue el año de los grandes icendios en Catalunya.