Cuando lo has dado todo por alcanzar tus metas y cumplir tu bendito sueño. Cuando has dejado de hacer otras cosas solamente para poder ser algún día muy bueno en algo o ser el mejor. Cuando has entregado todo tu tiempo a eso que te gusta, y ya solo sabes hacer eso y lo haces muy bien.

Cuando esto ocurre y la vida, ya sea por mala suerte o por azar te juega una mala pasada… si la vida un día te la juega, y te mira desde lejos y se acerca a ti y te da un golpe que resulta letal. Y te deja postrado en una silla de ruedas para siempre, y solamente puedes mover los ojos y los labios y poco más. Cuando la vida se comporta de este modo y te da un golpe fatal como quien da el cambio mal, en el pago de algo, y te das cuenta más tarde, pero ya nada puedes hacer. Has perdido ese dinero. Y con ese golpe de la vida has perdido el cuerpo para hacer lo que mas te gusta.

Él ya no podrá correr en una carrera con su moto. Él tiene tal fuerza de voluntad que podría superar lo insuperable. Pero un golpe haciendo lo que más le gustaba le ha dejado demasiado hecho pedazos. La gente le dice que no podrá correr en ninguna carrera más, pero que podrá verlo desde las gradas. A él le entrará tal rabia en el cuerpo y le inundará tal fuerza, que podría ser capaz de levantarse y echar a caminar, como antes, cuando caminar era algo innato, y se caminaba porque sí, porque era algo normal y necesario que todo el mundo hace. Pero si él trata de levantarse con esa fuerza que le inundará, caerá al suelo, su fuerza durará dos segundos con suerte.

Cuando te ocurre esto, y dicen que el resto de tu vida tendrás que dedicarte a otra cosa, a mirar a los demás cómo cumplen tu sueño. O esperar a que la gente venga y te saque a pasear, o esperar a que vengan otros a contarte sus triunfos o sus derrotas. Y tú te preguntarás qué te queda cuando esto sucede. Pues te queda resignarte y aprender a vivir dentro de un cuerpo que es un poco tu cárcel y a la vez, lo que aún te mantiene con vida.

No te queda más que esperar, y luchar. Tratar de rehabilitar eso que han dicho los médicos que ya no tiene cura. Te queda soñar por las noches con las carreras, y es que si pudieses volver a correr lo volverías a hacer aún a riesgo de que la vida te pueda propinar otro golpe letal.

De eso se tratan los sueños. De eso se trata la constante de la vida. De seguir empecinado en cumplir tus sueños, en lograr tus metas, aunque el final, sepas que puede ser el mismo que ahora mismo te impide levantarte y caminar. Y ahí, en esa constante reside la fuerza del ser humano. Tu fuerza y la mía. La de todos.