Un cuchillo hurgando en el alma oscura

03/08/2012

Miguel Ángel Valero. La segunda parte de la exitosa trilogía de E. L. James introduce elementos de novela negra en la trama erótica descrita con un estilo de historia romántica

Uno de los motivos, además de la gran promoción realizada por la editorial, que pueden ayudar a explicar el éxito de la trilogía “Cincuenta sombras”, de E. L. James, es que se cuenta una historia de alto voltaje sexual, una relación sadomasoquista entre una joven estudiante de Literatura y un millonario, utilizando elementos y estilos de la novela romántica. La obra está escrita por una mujer, narrada desde el punto de vista de la protagonista, y dirigida claramente a lectoras femeninas.

La segunda parte, “Cincuenta sombras más oscuras” (Grijalbo, 589 páginas, traducción de Montse Roca), da un paso más en esta hábil combinación, al introducir en la trama erótica descrita con un estilo de historia romántica elementos de novela negra, que van a ser más claros en la tercera parte, “Cincuenta sombras liberadas”.

Como la primera parte, “Cincuenta sombras más oscuras” se lee prácticamente de un tirón. La aparición de personajes como Jack, el jefe de Anastasia en su primer trabajo en una editorial, o algunas de las antiguas sumisas de Grey enriquece la trama, lo mismo que algunos flashback que explican el origen de los traumas de Grey, sus inclinaciones sádicas, y su obsesión por controlarlo todo.

Un acierto de E. L. James es la descripción del proceso psicológico, “un cuchillo hurgando en el alma oscura”, que lleva a Anastasia a volver, pese a sus miedos, con Grey y su peculiar relación. Porque “el daño que me habías infligido no era tan malo como el dolor de perderte”, explica la protagonista (página 47). “Una mariposa presa en su red, sin capacidad ni ganas de escapar, soy suya, absolutamente suya” (página 91).

Estoy pasando al lado oscuro, a un lugar de mi psique que no conozco bien, pero que ya he visitado antes” (página 273). “He aprendido sobre mi cuerpo, mis límites infranqueables, mi tolerancia, mi paciencia, mi compasión y mi capacidad para amar” (página 397). “Él me lleva a esos lugares oscuros, lugares que yo no sabía siquiera que existían, y juntos los llenamos de una luz cegadora” (página 434).

Mientras Ana y Grey mantienen una relación con altibajos, y personajes oscuros preparan ataques contra la pareja, la protagonista se pregunta sobre el sentido de la historia que está viviendo: “Sexo pervertido, sí, eso puedo hacerlo, pero ¿qué más?” (página 141).

Cincuenta sombras más oscuras” avanza en el dibujo psicológico de los dos protagonistas, enriquece la trama con más personajes, algunos de ellos ciertamente muy logrados, desarrolla y profundiza en la combinación de elementos de la literatura erótica, sino caer nunca en el mal gusto (se nota que la obra está escrita por una mujer), con un tono general de novela romántica.

Y los toques añadidos de novela negra mejoran la obra y multiplican el apetito por leer la tercera parte, la final. Que es de lo que se trata: de obligar al lector a comprar los tres libros para conocer cómo acaba la historia.

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