Verano, mar, Jack London

03/08/2012

Daniel Serrano. He vuelto a Jack London este verano. Como cuando navegaba por los mares del Sur en el azul de la piscina, aquel agosto en los pinares de Ávila, comiendo piñones y peleándome como un bucanero más con mis hermanos.

El mismo mar de todos los veranos (gracias, Esther, por legarnos tan bello título) nos acoge piadosamente en su seno y qué mejor en el rompiente donde la espuma truena que entregarse a la lectura de un clásico aromatizado de yodo, brea y salitre. Jack London y el mar. Jack London y los veranos de mi infancia, campos amarillos de Castilla o pinares de Ávila, el azul de la piscina y los mares del Sur, cuentos de caníbales narrados por la voz aventurera de London, el violento y helado Norte, la frontera siempre, el lugar donde la civilización coloca su límite y los hombres se conducen a medias como seres humanos y a medias como animales salvajes.  He vuelto a Jack London este verano.

El lobo de mar, en eficaz traducción de Javier Calvo, es un relato de brutal iniciación marinera con todos los elementos canónicos del género: naufragio, tormenta, motín, isla desierta, el tránsito de la juventud a la madurez. Jack London introduce en esta novela sus obsesiones filosóficas (Nietzsche y su teoría del Superhombre y esas cosas) pero lo importante es la aventura, la formidable aventura de un joven petimetre cuyo barco perece en las costas de San Francisco y es rescatado por un fascinante monstruo: el capitán Lobo Larsen.

Siendo, a veces, considerada una literatura de puro entretenimiento y para niños o jóvenes, resulta curioso como la literatura de temática marinera abunda en personajes de compleja  y ambigua moralidad: desde John Silver El Largo a los héroes y antihéroes de Conrad pasando por esos piratas vencidos por la ingenua maldad infantil de Huracán en Jamaica (novela que inspiró la bellísima película de Mackendrick Viento en las velas). El lobo de mar es un ejemplo más: buenos y malos resultan intercambiables a lo largo del relato y el capitán Lobo Larsen, de indecible brutalidad, también se nos presenta, a veces, como un personaje al que entender, al que amar, al que compadecer. Tal vez libros como este Lobo de mar o La isla del tesoro o Lord Jim tengan precisamente ese valor: el de enseñarnos (y enseñar a esos lectores jóvenes y niños) lo difícil que puede ser, en la vida, juzgar al prójimo, la extrema complejidad de la condición humana.

Sea como sea, El lobo de mar proporcionará enormes placeres a aquellos que en sus páginas busquen peleas, traiciones, peligros oceánicos, pasiones desatadas, sangre, tiburones, cicatrices… Para el lector actual toda la parte de disputa filosófica a cuenta de Nietzsche su teoría del Superhombre queda un tanto desfasada pero, amigos, vale la pena tragarse la pildorita metafísica para llegar a la Aventura. Incluye El lobo de mar, por ejemplo, uno de los mejores pasajes de tormenta que yo recuerde. Hacía tiempo que no me emocionaba tanto con algo así, el oleaje furioso, la lucha por la supervivencia, la oscuridad, los jirones de tela en los palos, el fragor de la tempestad. Ah.

Pero, en fin, qué les voy a descubrir de Jack London, camaradas y amigos, sólo decirles que leer (o releer) El lobo de mar siempre merece la pena y mucho más si uno lo hace mojándose las pantorrillas de agua salada.

También un inciso: hallamos en esta novela de Jack London algún momento filogay de lo más llamativo. Bien es cierto que el protagonista se nos demostrará completamente heterosexual en el último tercio del relato, pero no me digan que esto no suena (como poco) a Terenci Moix: “Hasta entonces no lo había visto desnudo, y la imagen de su cuerpo me dejó sin respiración (…). Lobo Larsen era completamente viril, cien por cien masculino, y casi un dios de tan perfecto. Cuando iba de un lado a otro o cuando levantaba los brazos, sus enormes músculos saltaban y se movían bajo la piel satinada. (…) Su cuerpo, gracias a su sangre escandinava, era de un color tan claro como el de la mujer más pálida. (…)

–      Toca –me ordenó.

Eran tan duros como el hierro (sus músculos)”.

¿Qué les parece? Luego la cosa no va a

mayores y todo se queda en una conversación de viril camaradería entre un capitán y su subordinado, no crean. Pero ahí está el parrafito de marras.

Bromas y anécdotas aparte, El lobo de mar es un clásico marinero digno de disfrutarse y una buena muestra de la habilidad de Jack London para llevarnos de la mano a través de la violencia de la naturaleza y de su destreza para dibujar tipos humanos en el filo de la navaja, a un paso del salvajismo más absoluto. Lobo Larsen es un gran personaje, el verdadero protagonista de esta narración, la Gran Bestia, un Lucifer en permanente desafío al universo.

He vuelto a Jack London este verano. Como cuando navegaba por los mares del Sur en el azul de la piscina, aquel agosto en los pinares de Ávila, comiendo piñones y peleándome como un bucanero más con mis hermanos. Regresemos, en verano, al mar y su literatura.

El lobo de mar. Jack London. 371 páginas. Mondadori.

¿Te ha parecido interesante?

(+4 puntos, 4 votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.