La diáspora que provoca la huída de miles de catalanes tras la guerra civil propició que muchos, en su lugar de destino, se mantuvieran en contacto fundando casales catalanes donde se reunían, se añoraban, celebraban fiestas y, en la medida de lo posible, mantenían el contacto con el interior. Sin embargo la tradición catalana de mantener las raíces cuando vivían en el extranjero viene de siglos atrás. El primer casal se fundó en La Habana el año 1840. Se llamaba Sociedad de Beneficencia de los Naturales de Catalunya. Ya entonces muchos catalanes se fueron a “hacer las Américas” y hasta la toma del poder de Fidel Castro, el actual palacio de la Revolución era conocida como la casa de los catalanes. Pocos años después, en 1858, fue fundada la de Buenos Aires. El comercio de Catalunya con América era frecuente y no era extraño que algunos se enriquecieran con el tráfico de esclavos. Incluso hay tumbas de indianos que regresaron con la fortuna acumulada con esculturas de cómo sus inquilinos hicieron su fortuna, y no esconden el inhumano comercio.
La tradición viene de lejos, pero se vio muy potenciada cuando muchos intelectuales, políticos o personas significadas tuvieron que hacer las maletas en el año 39 y poco a poco fueron agrupándose creando centros culturales y recreativos. La Generalitat tiene controladas 128 comunidades catalanas en el exterior, que agrupan a unos quince mil catalanes y que actualmente tienen como misión principal proyectar Catalunya en el mundo (como dice Jordi Pujol, “nuestro mercado es el mundo”). No sólo celebran las fiestas tradicionales catalanas y les une la cocina mediterránea, sino que también abren la puerta con sus conocimientos de la zona a sectores económicos que tantean estos mercados para ver si es posible penetrar con sus productos. No es raro que en algunos sectores califiquen a estos centros de “embajadas catalanas”, dado que tienen un papel importante en la internacionalización de la economía catalana..
En 1996 la Generalitat aprobó una ley para regular las relaciones con las comunidades exteriores, institucionalizando las relaciones con estos casales. Los 128 casales están distribuidos en los cinco continentes (51 en Europa, 34 en América del sur, 19 en la América Central, y 19 en Norteamérica). Hay 7 casales entre Asia y Oceanía y sólo tres en África y en el presente ejercicio el Govern ha otorgado subvenciones a una setentena de estas entidades por un importe de 1.265.000 euros.
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