Catalunya está adormecida, con unas vacaciones de baja intensidad y con el temor en el cuerpo tanto por los recortes ya adoptados como por los que puedan venir. Mientras las primeras espadas de la política están de vacaciones, los “políticos de guardia” de cada partido se dedican a calentar el ambiente en el “parlamento informático o radiofónico”. En la trastienda los grupos nacionalistas están preparando una gran manifestación para el 11 de septiembre, diada nacional de Catalunya para defender el pacto fiscal o, en caso contrario, emprender otros caminos con soluciones mucho más radicales. Además CiU se siente respaldada por la última encuesta del CIS que señala el fuerte desgaste que sufre el PP, la falta de recuperación del PSOE mientras ellos, a pesar de las duras medidas que han tomado desde la Generalitat, no sólo se mantienen sino que ven aumentada ligeramente su intención de voto. Además el president y su gente insiste en la denuncia que Madrid está en pleno proceso de descentralización, lo que es otra amenaza que pende sobre la autonomía catalana.

Es evidente que los nacionalistas han cerrado filas con una gran parte de la sociedad en el tema del pacto fiscal y la negativa de Madrid –tanto del PP como del PSOE- de negociar este tema crispa a la sociedad de una manera similar a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut. Artur Mas ha logrado convencer a los catalanes que “Madrid es la causa de todos los males que sufre Catalunya” y este sentimiento ya alcanza a sectores muy alejados del nacionalismo. Incluso el PSC sufre tensiones internas sobre su respaldo sólo parcial en la votación del Parlament, cuando no apoyó que la Generalitat tenga la llave de la caja. No sólo Ernest Maragall (hermano del ex president Pasqual) rompió la disciplina de voto, si no varios diputados respaldaron su postura aunque acataron la decisión de la dirección “por disciplina”.

Entre tanto el secretario de organización de CDC, Josep Rull, fue contundente al señalar que “o pacto fiscal o independencia” y auguró que si se rechaza la propuesta catalana “se abrirá el “camino para un estado propio”. Estas afirmaciones fueron replicadas por el portavoz popular en el Congreso, Rafael Hernando, que las atribuyó a “un golpe de calor”.

En cualquier caso el próximo movimiento de peón de los sectores nacionalistas es lograr movilizar en una gran manifestación popular que aglutine a buena parte de la sociedad civil. Un acto que además puede contar con la presencia de una parte significativa de sectores económicos, amén de instituciones que habitualmente no frecuentan este tipo de actos. Si los organizadores logran el poder de convocatoria que pretenden es una manera de decir a Madrid “estos son mis poderes”. El paso siguiente lo tendría que dar el PP catalán dejando en minoría al gobierno de Artur Mas. No es de extrañar que ERC abra sus brazos para configurar una nueva mayoría parlamentaria poniendo como requisitos para este apoyo el confeccionar una agenda nacional (una hoja de ruta), hacer un ejercicio de trasnparencia ante los problemas judiciales en que están inmersos dirigentes de CiU y pactar una política presupuestaria. En cambio sólo estarían dispuestos a entrar en el gobierno si este fuera de transición para convocar un referéndum de autodeterminación.

Ante este previsible mapa, en CiU no descartan si la movilización popular es masiva, adelantar las elecciones como formalizar en las urnas la apuesta de los catalanes por el pacto fiscal.

Otros años esta época era propicia para las “serpientes de verano”, buscando noticias insólitas. Este no hace falta.