Una realidad

19/08/2012

diarioabierto.es.

Os traigo una historia cercana, que a mí, sinceramente, me ha tocado muy hondo. Y me ha hecho reflexionar sobre dónde vamos a llegar o qué les espera a más familias como esta con la maldita crisis de la que no parece que vayamos a salir.

Ellos me han dicho que no diga sus nombres verdaderos (por timidez) , solo eso me han pedido para poder escribir el artículo que estoy escribiendo.

Hace apenas 9 años, Ana y Juan se conocieron, cuando ya el amor les parecía algo negado. Juan cumplía ese año 50 años, y Ana 35 años. La diferencia de edad no fue un problema para que nada más verse se enamoraran, en seguida conectaron de forma brutal, y por ello decidieron al poco tiempo casarse y apresurarse por tener hijos. Hubo suerte y tuvieron dos hijos, que ahora tienen respectivamente 8 y 5 años. Su historia fue una historia fortuita, de esas que suceden de repente y te cambian la vida. Se hipotecaron, claro, eran una familia y quería tener un hogar, con su casa y su nevera llena y las habitaciones de los niños repletas de ilusiones y juguetes. Así que pidieron varios prestamos para poder amueblar el hogar.

Hace poco menos de 2 años empezaron a sentir la crisis en su hogar. Juan quedó sin trabajo, ya que la empresa para la que trabajaba cerraba por falta de liquidez. Y Ana desde que tuvo al segundo hijo no trabajaba. Era secretaría y dejó su trabajo cuando la crisis no parecía tan grave. Ahora se dedicaba a las tareas del hogar. Con el sueldo que cobraba Juan, podían mantenerse perfectamente. Pero no ahorrar, claro. Ana quería, cuando sus hijos fuesen un poco más mayores, buscar un trabajo de cualquier cosa para ayudar a Juan. Pero estalló la crisis y a Ana le resultaba muy difícil encontrar un trabajo de lo suyo, teniendo dos hijos a los que cuidar.

De repente se han visto que no llegan a fin de mes. Con la prestación de desempleo que cobra Juan apenas les da para pagar la hipoteca y llenar a medias la nevera y pagar alguna cuota de los prestamos que aún arrastraban cuando todo iba bien y se emprestaron. Juan se tiñe de miedo, y dice: ¿quién nos iba a haber dicho que llegaría esta crisis?. Ana mira emocionada  a sus hijos que van de un lado a otro de la casa. Está preocupada, porque sabe que lo peor aún no ha llegado.

Claro, esto no es todo, evidentemente la historia de esta familia es terrible. Porque a Ana hace algunos meses le diagnosticaron un cáncer muy agresivo, del cual no le han dado muchas esperanza de vida. Ahora Ana, aunque se considera una mujer muy fuerte y luchadora, no solo tiene miedo porque sabe que pronto el dinero escaseará, sino que está aterrada porque no sabe qué será de su familia cuando ella falte. No sabe cómo su marido de las apañará para cuidar de sus hijos, y buscar un trabajo con sus 59 años de edad. Él se conserva bastante bien, para su edad. Pero es una barrera cuando él presenta un curriculum en alguna empresa, y solo escucha la típica frase de: buscamos a alguien más joven .

Juan teme el día en que se le termine el paro, o que la enfermedad de Ana se agrave más aún. Al hombre se le puede ver el terror en la mirada cuando la enfermedad de su mujer se nombra en la sala de estar. Solo niega con la cabeza, y mira hacía el suelo con la mirada perdida, y le faltan palabras, como aquel hombre al que le falta todo por decir pero no le quedan ya palabras para hacerlo.

Ana se emociona, pero no llora. Se le ve fuerte. Juan la abraza. Pero en esta casa hasta los abrazos se quedan cortos. Tienen unos hijos preciosos, que se dan cuentan de la situación y que no piden más que lo que sus padres les pueden dar. Un ejemplo de hijos. Verdaderos hijos responsables y educados. Siento tristeza por ellos, cuando les veo corretear por casa, y te miran con timidez ajenos a lo que está por llegar.

Juan me dice que lleva cinco noches sin dormir y que Ana cada vez está mas débil. Que tiene miedo a no encontrar trabajo, pero más miedo a no encontrar la manera de vivir si Ana le deja solo.

Es una historia verdadera, es un artículo que me ha dolido escribir, porque aunque sé que habrá más familias en situaciones similares no puedo dejar de pensar en que esta situación económica, en que el paro y en resumidas cuentas: esta vida. Lo único que hace es ahogarnos más. Apretar la soga al cuello.

Pero sé que con fuerza y cariño tal vez todo pase. Yo he estado con Juan y Ana y ellos me han dado la fuerza para salir de su casa sin lágrimas en los ojos, porque ellos hacían de tripas corazón para no derrumbarse delante mía, delante de sus pequeños hijos.

Venga Ana, venga Juan, todo puede cambiar, y tal vez la vida os tenga de nuevo preparado ese regalo que merecéis: una vida juntos.

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Un pensamiento en “Una realidad

  1. Es triste ver como una familia con dos hijos, pagando una hipoteca y un familiar con cáncer no pueden llegar a fin de mes. Muchos ánimos para ellos!

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