Pensionistas y palabra

03/09/2012

diarioabierto.es.

He recibido ya todos los papeles. Y he de confesar que con celeridad y buen hacer. Todo ha ido perfectamente. Los funcionarios que me han atendido en mis consultas y dudas, lo han hecho eficaz y hasta cordialmente. Estos días, realizando los trámites para mi jubilación, he podido comprobar que el factor humano es, siempre, lo mejor del sistema.

Y más. He comprobado que todo (o casi todo) lo que se dice para denigrar al funcionario es producto de una leyenda negra que nada tiene que ver con la realidad. O he tenido una suerte bárbara o los profesionales -mal pagados y peor considerados- que atienden a gente como yo son en realidad un modelo de cómo ha de desarrollarse  una tarea tan importante y tan ingrata como atender al ciudadano.

En fin, que estoy jubilado. Dicen mis papeles que llevo 49 años cotizados. Y más que un mérito, tal y como están las cosas, es una suerte. Yo no sé si mis hijos y mis nietos van a poder llegar a esos 49 años de cotización. Lo dudo.

Me jubilo en el temor. Temor a que, en contra de las promesas de Mariano Rajoy, se  decida meter la tijera a los pensionistas. Nada me garantiza que no vaya a hacerlo. Es verdad que hace escasos días, ha dicho que no piensa tocar las pensiones. Pero también es verdad que con la misma rotundidad afirmó que no iba a subir el IVA, por ejemplo.

El problema de las promesas es que se incumplen con la peregrina excusa de que la realidad lo impone. De ser así, nadie podría hacer promesas, ya que la realidad podría imponer lo contrario. No habría testimonios veraces en un juicio porque la realidad podría impedirlo y ni siquiera, lo más hermoso, la promesa de amor, tendría validez alguna. Tampoco valdría de nada la promesa y el juramento de los miembros del Gobierno o de cualquier cargo público.

Rajoy, ya ven ustedes, nos quita lo más sagrado: la fe en la palabra. Rajoy nos viene a decir que la palabra nada vale. Porque la realidad es la única que manda. Pero si no tenemos fe en la palabra, ¿en qué vamos a tenerla? Un hombre dice el viejo aserto castellano vale lo que vale su palabra.

Con esta manera de valorar, Rajoy se queda en nada.

En fin, de vuelta de este verano caluroso y cambiante, ahí van unos versos para enfrentarse a este septiembre que se nos viene encima. Octavio Paz tiene un poema sobre la palabra:

Leámoslo:
Dales la vuelta,
cógelas del rabo (chillen, putas),
azótalas,
dales azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
hazlas, poeta,
haz que se traguen todas sus palabras.

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