Merkel declaró su compromiso con el estatus actual de Grecia como miembro de la eurozona para impedir el contagio a otros países en crisis. «Tenemos que encontrar una solución», insistió ante un pequeño grupo de interlocutores la semana pasada. Tanto la canciller como sus asesores temen que la hipotética salida de Grecia provoque un ‘efecto dominó’ similar a la bancarrota del banco de inversiones estadounidense Lehman Brothers en otoño de 2008.
La salida de Grecia significaría para Alemania la pérdida inmediata de 62.000 millones de euros de ayudas, y la posibilidad real de verse obligada a contribuir a la estabilización de Italia y España colectivizando la deuda en la zona euro.
Los comentarios de Merkel tienen lugar la misma semana en la que los representantes de la «troika» –el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo– han iniciado una nueva visita a Grecia para examinar la capacidad del país para responder a los compromisos adquiridos a cambio del plan de rescate al que se encuentra sometido.
Dependiendo de las conclusiones del informe, Grecia podría verse obligada a solicitar un aumento de la asistencia financiera; una idea que Merkel quiere impedir a toda costa, según ‘Der Spiegel’, al no contar con los apoyos necesarios en el Parlamento alemán. Una opción alternativa consistiría en remodelar el actual programa de ayudas para Atenas aumentando los plazos más inmediatos de entrega y reduciendo los posteriores.
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