Rendez Vous en Venecia

10/09/2012

Carmen Duerto. Venecia. Venecia es una ciudad misteriosa y antigua, se mantiene igual desde hace siglos. Jaeger-LeCoultre, mecenas desde hace seis años de la Mostra de Cine de Venecia, quiso celebrar su nueva colección de relojes Rendez Vous en ese lugar con tantas estrellas y tanto pasado.

Mantuvo la sorpresa hasta el ultimo minuto, cuando los invitados iban en los vaporettos vestidos de gala aún no conocían que se dirigían al Palazzo de la Biennale en el Gran Canal de la ciudad. En shock llegó la gran dama del cine Catherine Deneuve, que no daba crédito de todo el montaje y eso que ella ya lleva muchas de las 69 ediciones de la Mostra sobre sus espaldas y sus estiletos. Entre vaporettos y góndolas fueron llegando los 230 privilegiados invitados convocados al evento. Subir a la terraza con vistas a la punta de la Dogana, donde Françoise Pinault expone su colección de arte y escuchar a un cuarteto de cuerda femenino versionando a Coolplay y sin guiños a Eros Ramazzotti y eso que estaba su novia, Marica Pellegrini, entre nosotros, minetras tomábamos el cóctel previo a la cena, fue único, de esas cosas que sabes que te está pasando y no se repetirá nunca más.

Entrada la noche, mantener el misterio del palazzo no era la única sorpresa también el perfumista Alberto Morillas había creado tres fragancias que, quemadas en forma de vela, aromatizaron el ambiente y una enorme rosa Jaeger en metacrilato presidía el salón Regantini del palazzo. No era de cristal porque la toqué, pero lo parecía y alrededor de ella cenamos ricas viandas. La signora Deneve se retiró nada más terminar el gelatto y hacerse fotos con toda la representación oriental invitada, porque ellos son muy fanes del celebritismo europeo.

Decir que se congregaron invitados del todo el mundo porque era la presentación oficial de la colección Rendez Vous y que no pude evitar alabar el Lanvin de Astrid Múñoz «yo sólo conozco a Lanvin desde Alber Elbaz», antes la ex-modelo y ahora fotógrafa, le preguntó a Freida Pinto de qué diseñador era el vestido que lucía «de McQueen, adoro el trabajo que está haciendo Sara Burton». Freida se fué y Astrid siguió hablandome de sus cosas, que se va a Borneo a fotografias gorilas y que lo que más le gustaba del circuíto de polo, su marido Eduardo Novillo, es polista-celebritie, es «acabar en Sotogrande». A todo ésto, aún estábamos extasiados con el desfile de los nuevos relojes, tres de ellos piezas de Alta Joyería que Clive Owen no dejó de admirar, ni siquiera cuando Vicent Pérez, más pequeñito al natural, le dió un abrazo con palmada en la espalda. De hombre a hombre que ya se sabe que por aquí campó a sus anchas el gran Casanova.

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