Cinco meses después de la expropiación de YPF, se abre la veda en Repsol

11/09/2012

Tania Juanes. La batalla por sustituir a Brufau de la presidencia de la petrolera se ha reactivado. Entre los candidatos, desde los actuales presidentes de empresas energéticas a exministros. Este lunes Brufau se reunió con Isidro Fainé, presidente de La Caixa

Han pasado cinco meses desde que en abril de este año el Gobierno de Argentina aprobase la expropiación de YPF y las consecuencias, que algun0s de los afectados directa o indirectamente por esa operación ya entonces pronosticaban, empiezan a aflorar. Ocurre en un ámbito en el que no es tan fácil discenir quiénes están protagonizando el lanzamiento de la primera piedra contra el presidente de Repsol, Antonio Brufau, pese a que el objetivo de la ofensiva sea claro: estar presentes en la próxima etapa que puede abrirse en la petrolera y cuestionar, o mejor dicho, imponer cambios en la presidencia del grupo que fue despojado de su principal filial por el Ejecutivo de Buenos Aires.

Como casi siempre en estas batallas la verdad es compleja, y si puede ser cierto que algunos de posibles aspirantes a la presidencia de un grupo tan atractivo como Repsol estén detrás de comienzo del acoso a Brufau también lo es que algunos de sus principales accionistas asisten, al menos con los brazos cruzados, al espectáculo. Al calor del shock que supuso la nacionalización de YPF, decisión que sólo era realmente previsible en fechas no muy anteriores el mes de abril, en algunos medios próximos a los socios de Repsol se cargó contra Brufau, con el argumento que la nacionalización era en parte consecuecia de que el diálogo del equipo directivo con el Ejecutivo de Cristina Fernández había fallado y que la recuperación de los contactos era imposible con los actuales responsables de la compañía.

A todo esto se puntualizaba desde los mismos medios que no era el momento para plantearse un cambio y por dos  razones de peso: para que en Argentina no se interpretará como una consecuencia de la expropiación y porque el momento que España atravesaba en los mercados no era el más idóneo para un relevo polémico en una de las más imporantes empresas del Ibex.

Este panorama parecía larvado hasta que en agosto en el periódico argentino La Nación, el prestigioso periodista Carlos Pagni señalase en un artículo que la presidenta Cristina Kichner podría estar interesada en entablar conversaciones con el Gobierno español durante la próxima cumbre Iberoamericana, que se celebrará en Cádiz el próximo noviembre. Pero siempre supeditadas  a que el interlocutor no fuese Brufau.

Son condiciones que se niegan desde fuentes empresariales que destacan que hasta a principios de 2012, cuando se confirmó la importancia del yacimiento de petróleo no convencional de Vaca Muerta, las relaciones entre el Gobierno de Buenos Aires y la dirección de Repsol eran excelentes, tal y como se confirmó en el encuentro de noviembre de 2011 con analistas internacionales, en el que participó, además de Brufau, el ministro de Planificación, Julio de Vido. Fue adicionalmente una etapa que coincidió con un momento álgido del  populismo justicialista en el Ejecutivo bonaerense y el alza de un personaje tan relevante en la actualidad como Alex Kicillof, defensor a ultranza de que las materias primas vuelvan a manos nacionales.

Además los mismos medios relacionan este intento de apuntar a que Brufau es incompatible con una salida pactada en el país andino con los «enemigos» que la dirección de la petrolera ha podido canjearse a lo largo de los últimos años. Y el primero sería el expresidente de Sacyr, Luis del Rivero, al que la incursión en el capital de Repsol  le acabó costando la presidencia de la  constructora, así como cuantiosas pérdidas en su patrimonio. Fue un enfrentamiento que ganó Brufau, que mantuvo su decisión de reducir el dividendo para no poner en peligro el plan de inversiones, aunque no siempre contó con el apoyo sin fisuras de su principal accionista, La Caixa. Más tarde lo logró frente al intento del abordarje de  Repsol a través de la alianza de Pemez y Sacyr. Del Rivero mantiene, por su parte, unas excelentes relaciones con YPF y asistió a la última junta de accionistas de la sociedad andina.

Pero eso ahora algunos creen que ha llegado la hora de relevo, si no este mes ante de fin de año, puesto que ya no se relacionaría el posible cese de Brufau con el problema de YPF. En este contexto,  en medios empresariales se espacula sobre cuáles son las manos que mueven la silla. Candidatos hay varios y uno de ellos es el actual presidente de Endesa, Borja Padro y Colón de Carvajal,que mantiene buenas relaciones con el ministro de Economía, Luis de Guindos, hasta hace meses consejero de Endesa. También se ha apuntado a que uno de los posiblles beneficiarios sería Juan María Nin, director general de La Caixa, con lo que en alguna medida se repetiría el proceso por el que Brufau llegó a la petrolera. Y a Jose Piqué, ex ministro de Exteriores.

Con todo, la marcha del plan estratégico y la última evolución en Bolsa son puntos a favor de Brufau, quien ayer lunes matuvo una reunión con el presidente de La Caixa, Isidro Fainé, que de desarrolló «dentro de la normalidad».

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