Paros emocionales

16/09/2012

diarioabierto.es.

Es cierto que el paro, el no encontrar un trabajo digno para poder vivir sigue siendo la pesadilla de muchas personas día a día. Sigue siendo ese monstruo verde que nos saca la lengua y que cuando vas a darle caza desaparece.

El trabajo escasea y lo que queda se está volviendo precario. Y es que algunos empresarios están estrujando, como si se tratara de un paño mojado y sin sentimientos, a los trabajadores, para ver cuánto uso más pueden sacarle.

Me indigna leer y leer cada día más recortes, y ser consciente de que esos recortes no harán sino hundirnos más. Quien piense que los recortes ayudarán a los ciudadanos, a las personas de a pié con sus trabajos o no, están equivocados. Los recortes ayudarán al gobierno y a sus arcas. Tú seguirás teniendo el mismo o menos dinero en tu cuenta, y seguirás sufriendo la misma precariedad laboral si tienes trabajo y si no lo tienes seguirá existiendo la misma escasez ya que las empresas se hunden como barcos de papel en mitad del mar, y las que no, están achicando agua para ver si se pueden salvar. Y si por la borda tiene que tirar a algunos trabajadores lo harán sin miramiento alguno.

Y así están las cosas. Y a mí se me detienen las ganas. Sufro paros emocionales de los que dudo recuperarme algún día. No sé, ni yo, ni más gente cómo saldremos adelante siendo sometidos a las injusticias de trabajos precarios o mal remunerados o esos trabajos donde tienes que mantener la boca callada y las manos en movimiento todo el rato, ya que de lo contrario, a la calle.

Siempre seguiré hablando del paro como método de supervivencia. De Miguel, al que el mes que viene se le termina la prestación económica del paro y dice que no sabe cómo ni de qué vivirá. De Ana, que lleva 6 meses en paro y siempre me comenta que los meses pasan muy rápidos y más rápidos cuando no tienes nada que hacer, y cuando buscas trabajo sin encontrar.

Seguiré hablando de Rosa, que tiene a su marido en paro desde hace varios meses y el cual está ya casando de recibir negativas porque es muy mayor. Tampoco dejaré de hablar de Marta y Álvaro, que se hipotecaron hace un par de años y me cuentan que fue el mayor error de sus vidas. Ahora están los dos en paro (sus empresas quebraron) y no tienen para pagar, perderán la casa que era su sueño y ahora es su pesadilla.

Todos sufrimos un paro emocional diariamente. Ya sea en el trabajo, en casa o en la calle. Ya sea por culpa de otras personas o de nosotros mismos o sentimientos ajenos a nosotros que nos producen dolor. Solamente espero soluciones que funcionen, antes de que todas nuestras emociones queden en paro permanente y se atrofien por no usarlas.

Queda la esperanza en estas palabras. La de Miguel, la de Ana, la de Marta y Álvaro, la tuya y la mía.

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