A raíz de la publicación de las fotos sobre la pasada manifestación independentista en Barcelona el pasado día 11 de septiembre y de ver el tiempo dedicado a contar asistentes o a interpretar las implicaciones derivadas de ese posicionamiento, me surgen una serie de puntos de reflexión y preguntas a plantear que quiero exponer, desde distintas perspectivas y visiones. Son mis reflexiones, pueden estar acertadas o no, que en cualquier caso sirven para ilustrar la paradoja constante entre colectivo y persona.
1. El independentismo es una de esas ideas mágicas que son la base para los
movimientos de masas. Por lo tanto, estamos ante un fenómeno de masas
en el que el comportamiento colectivo y el individual se vuelve irracional.
Para su análisis y por consiguiente, para plantear acciones o respuestas, hay
que escaparse de análisis racionales o planteamientos lógicos de causaefecto.
Recomendaría a los dirigentes repasar las teorías de Jung, la escuela
de Chicago, Gustave Le Bon, Ortega o Smelser, entre otros.

2. Por muy necia que pueda parecer la idea o necios los que la soportan, la van
a defender. Como decía Antonio Machado, “De diez cabezas, nueve
embisten y una piensa. Nunca extrañéis que un necio se descuerne luchando
por la idea” (Proverbios y Cantares).

3. En ese contexto, se forma un caldo de cultivo para la manipulación. La
asimetría en la información y la búsqueda de objetivos distintos respondiendo
a otros intereses particulares, permiten utilizar la reivindicación para:
–       a. Ocultar otras situaciones que ponen en evidencia a líderes (desviar la
atención).
–       b. Mantener ventajas de las llamadas “élites extractivas”. Me inspiro en
César Molina en su artículo sobre aplicación a la política española de
la Teoría de las Élites Extractivas de Acemoglu y Robinson (El País, 10 de septiembre de 2012), que permite concluir que una masa y una idea mágica forman un caldo de cultivo excelente para la supervivencia de esas élites extractivas (provecho propio, poder asimétrico y resistencia al cambio). En definitiva, tenemos a un grupo minoritario que va a sacar beneficio personal en el proceso de manipulación de las masas (independentistas o lo contrario).
–       c. Deslegitimar las mayorías democráticas. Veremos que “unos pocos”
se autotitulan legitimados para liderar el movimiento. Al igual que en
Kakania unos pocos lideran el movimiento Acción Paralela (Robert
Musil, “El hombre sin atributos”). Jose María Ridao ya escribió un
excelente artículo sobre Cataluña en El País en 2003 “¿Qué es
Kakania?”

4. La idea mágica impulsa (en realidad ya lleva algún tiempo impulsando) la
aparición de comportamientos, regulaciones, miedos y represiones para
asegurarse el silencio de las minorías (o las mayorías). El alma colectiva
dicta lo que es cool. Afloran nuevas banderas y nuevas identidades
cromáticas, y espejos y tatuajes emocionales, que son aplicados con
recursividad a la población desde la infancia. Y veremos cambios
sorprendentes en comportamientos individuales derivados de la
interpretación intuitiva y no reflexiva de la realidad.

5. En el siglo XXI, la independencia política de una geografía o nación (llámese
como quiera), no es más que otra dimensión adicional en la paradoja
sistema-individuo. La economía del conocimiento impulsada por la tecnología
de la información y la comunicación ha acelerado el proceso de construcción
de la malla única global, una red global que nos integra a todos como grupos
o como individuos y que nos mantiene permanentemente conectados unos
con otros, salvando barreras geográficas, de idioma, de cultura. Las redes
sociales son la manifestación más reciente y explosiva de esa tendencia.
Visualiza perfectamente la teoría de Alberto Melucci ( Nomads of the
Present: Social Movements and Individual Needs in Contemporary Society,
1989) en donde refleja el conflicto paradójico y permanente en las
sociedades complejas entre el individuo y el sistema: necesito al sistema
para diferenciarme como individuo, pero el sistema me controla y me
reprime, uniforma valores e impone normas que he de aceptar.

6. Por ello, desde la perspectiva del individuo, como “nodo individual” dentro de
la gran malla global, es necesario valorar realmente la creación y nacimiento
de submallas, subsistemas que no hacen nada más que reducir la capacidad
de actuación, de aprendizaje y de influencia del individuo, a cambio de
favorecer falsos espejismos de interés colectivo.

7. La gran malla global, abarca todas las facetas y dimensiones de nuestros
sistemas políticos y económicos, interconectados en un sistema complejo,
concentrado, lleno de contagios e impactos (“percolation”), que desvirtúa
cualquier definición de independencia. Como hemos visto en la crisis
financiera actual, el riesgo sistémico, la interconexión de los mercados
financieros o los marcos globales de regulación y normativa hacen vano
cualquier deseo de independencia local.

8. Es interesante ver los avances en el campo de la interacción entre sistemas
complejos. Recomiendo la lectura del libro de Yaneer Bar-Yam, presidente
del NECSI (New England Complex Systems Institute ) «Making Things Work» que describe el uso de la ciencia de sistemas complejos para resolver problemas militares, de sanidad, de educación, ingeniería, desarrollo internacional o violencia étnica.

9. Por último, en el ámbito de internet y las redes sociales (social media), como
extensión de lo anterior, vemos el potencial de la conectividad global para
romper barreras o desarrollar movimientos, pero también para reforzar al
individuo y su capacidad de actuación, influencia o diferenciación. Son muchos los ejemplos. Hay grupos de innovación, con representantes de todo el mundo, pensando en nuevos escenarios de colaboración y nuevos conceptos a todos los niveles (por ejemplo el futuro del dinero). Cito uno de mis blogs favoritos, “Emergent by design” de Venessa Miemis

CONCLUSIONES
El deseo de independencia (en Cataluña) es un hecho objetivo y se ha convertido en un movimiento de masas. Por lo tanto hay que analizarlo y actuar en consecuencia.  No se puede obviar.
Las manifestaciones independentistas (no solo la catalana) son decimonónicas, principalmente porque van en la dirección contraria de la colaboración de todos en un sistema complejo global en red. Precisamente los estados están cediendo su autonomía e independencia a favor de entes supranacionales.
Es difícil encontrar su legitimidad en la aparición de fenómenos de masas, por su irracionalidad. Más bien son consecuencia de una manipulación de las élites
extractivas para perpetuarse en sus ventajas.
Desde la perspectiva del individuo, es una limitación a sus intereses y a su
participación en un entorno conectado y abierto a la participación. El individuo actúa irracionalmente al apoyar un proyecto colectivo (de resultado cuestionable) en contra de sus intereses.
La recomendación a nuestros dirigentes políticos es que se centren en una leal administración de los recursos públicos, dentro de una visión de colaboración global, contexto en el que se puede alcanzar un mayor nivel de eficiencia y en consecuencia mejores servicios a los ciudadanos.
En la medida en que se crean susbsistemas (falsamente calificados de
independientes) más pequeños o más locales, estos se alejan del núcleo del
sistema global y pasan a ser periféricos, más frágiles, inestables y expuestos a los efectos de la aceleración de los cambios. En definitiva, una Cataluña independiente será más débil que una Cataluña que forma parte de España y de Europa.

El precio del cambio, si es en la dirección contraria, puede ser insalvable.

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