Estos hallazgos podrían motivar nuevas investigaciones sobre las interacciones de la variación genómica y los factores ambientales sobre la salud humana. Esa es la opinión del profesor Lu Qi, del departamento de nutrición de la Univerdad de Harvard.
La investigación, de la que saca esas conclusiones el profesor Lu Qi, se basó en los análisis de los datos de 6.934 mujeres del Estudio de Salud de Enfermeras, 4.423 hombres del Estudio de Seguimiento de Profesionales de la Salud y 21.740 mujeres del Estudio de Salud del Genoma de la Mujer, todos de ascendencia europea, y cuyo genotipo estaba disponible. Los participantes fueron divididos en cuatro grupos según la cantidad de bebidas azucaradas que consumían: menos de una bebida por mes, entre 1 y 4 bebidas por mes, entre 2 y 6 bebidas a la semana, y una o más bebidas al día. Se calculó una puntuación de predisposición genética sobre la base de los 32 polimorfismos de nucleótido único conocidos por su asociación con el IMC -Indice de Masa Corporal-.
Los resultados mostraron que los efectos genéticos sobre el IMC y el riesgo de obesidad entre los que bebían una o más bebidas azucaradas al día fueron aproximadamente dos veces mayores que los de aquellos que consumían menos de una bebida al mes.
Los resultados sugieren que el consumo regular de bebidas azucaradas puede amplificar el riesgo genético de obesidad. Además, los individuos con una mayor predisposición genética a la obesidad parecen ser más susceptibles a los efectos dañinos de estas bebidas sobre el IMC. La conclusión del estudio sería; «los efectos genéticos de la obesidad pueden ser compensados por el consumo de alimentos y bebidas saludables».
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