Iba el mercado directo a las nubes y al final terminó con un mal gesto. Todo porque el jefe de la Fed, Ben Bernanke, salió al paso de los críticos de la QE3 y manifestó que la Fed sigue muy de cerca la evolución de la inflación, lo que vino a ser interpretado por el mercado como un «todo está supeditado a que la inflación no se dispare». Surgieron las dudas y el Nasdaq contribuyó decisivamente a que se despejaran, marcando el camino de regreso al origen de la sesión. Y tanto lo marcó que terminó en negativo.

En el extremo positivo, el Dow Jones ha demostrado fuerza y ganas y cuando son los grandes los que tiran del mercado terminan por hacer que el resto se contagie. Ahora bien, cuando no lo logran el batacazo es de los históricos. El problema es que quien está pesando en el Nasdaq es otro grande entre los grandes, a pesar de que no cotice en el Dow Jones. Apple sigue en la racha negativa y se ha dejado un 1,16%, haciendo de lastre al selectivo del mercado tecnológico.

Una lástima, porque los inversores habían reaccionado magníficamente tras conocerse el dato del ISM industrial, el mejor en cuatro meses, lo que apoyado en la euforia europea dibujó una primera mitad de sesión realmente esperanzadora. Pero Apple y las palabras de Bernanke fueron el detonante para que todo quedara en agua de borrajas o, al menos, muy condicionado para la sesión de mañana.

Al cierre, el Dow Jones avanzó un 0,58%, elS&P 500 un 0,27% y el Nasdaq Composite cedió un 0,09%. Una lástima, porque el arranque había sido fulgurante hasta que Bernanke se lo cargó.