Dos meses después de las Olimpiadas de Londres el deporte español ha vuelto a la normalidad. Los deportistas que fueron héroes por un día retoman sus vidas de anonimato y muchos, como es el caso de la mejor deportista española en Londres, Mireia Belmonte, están valorando cómo encarar su futuro debido a que sus logros no han sido suficiente para tener un rendimiento económico que le permita poder tener la tranquilidad necesaria para encarar nuevos retos. Las federaciones deportivas están una vez más, y como es normal después de cada ciclo olímpico,  más preocupadas por los recortes en las subvenciones que reciben del Estado que por desarrollar un plan de negocio que les permita prescindir de ellas. Los medios de comunicación, por su parte, contribuyen a que todo siga igual gracias a hacer lo que siempre hacen una vez acaban las Olimpiadas… escaso seguimiento al movimiento olimpico.

España es un país en el que tener éxito es garantía de envidia y fracasar es garantía de estar mal visto. Ni el éxito ni el fracaso sirven de ejemplo en nuestra sociedad y por desgracia, en pocos casos son lo suficientemente relevantes para ser noticia.

La natación sincronizada, 55 medallas internacionales en los últimos 15 años, deporte duro donde los haya, es  uno de los mejores  ejemplos  para saber de lo que es capaz un grupo de personas cuando trabajan y se esfuerzan en lograr un objetivo común. Sin embargo, ni sus logros deportivos ni las historias de superación que se esconden detrás de cada uno de sus éxitos y fracasos habían sido capaces de captar la atención de los medios de comunicación hasta esta semana.

Entrenadora descontenta por su despido que no entiende que los ciclos deportivos tienen fecha de caducidad, exnadadoras con sed de venganza que aprovechan el momento para hacer todo aquello que no hicieron cuando debían, presidente de federación que toma las decisiones según intereses propios sin tener en cuenta que es lo más importante para el bien del deporte que representa. Estas son las razones por las que la natación sincronizada ha acaparado la atención de la sociedad…

Es lamentable que, una vez más, el deporte de élite español sea noticia por escándalos que  nada tienen que ver con los verdaderos valores deportivos. Es lamentable que nadie se dé cuenta de que, con noticias como éstas, la natación sincronizada española tenga los días contados. Las jóvenes generaciones necesitan puntos de referencia para lograr sus sueños. Los entrenadores no pueden adueñarse de sus sueños a cambio del éxito. Este es el error: buscar lograr la victoria y no el sueño.

El deportista de élite tiene que superar los límites tanto físicos como psíquicos para alcanzar sus objetivos pero teniendo siempre bien claro que no todo vale. Es misión de todas aquellas personas que intervienen en su día a día hacerle ver que una de las grandezas del deporte es saber que lo importante no es ganar, lo importante es intentarlo.

Santiago Ferrada es director comercial de la firma Pili Carrera. Compagina su carrera profesional con la realización de retos deportivos. Empezó su etapa como deportista de élite a los 14 años. Hasta los 19 años estuvo en el primer equipo entrenado por Paul Willdeboer. Formó parte de la primera generación de triatletas becados para vivir en CAR de Sant Cugat. En 2004 fue el segundo nadador español (el primero fue David Meca) en competir en el campeonato argentino de aguas abiertas. El 15 de agosto pasado afrontó el triatlón más duro del mundo, el de Embrun.