Saltar no es de valientes

14/10/2012

diarioabierto.es.

Cuando nos dijo que iba a saltar desde el puente, atado a un arnés, todo el mundo comentó que era muy valiente. Pero yo personalmente, pensé, que no era valiente por saltar de ese puente, por dejarse caer al vacío para luego rebotar hacía arriba y abajo un par de veces, hasta al final, ser rescatado por el equipo de “salto” que le subirían de nuevo hasta el puente con la adrenalina descargada (o no).

Valientes no son las personas que saltan al vacío, son las personas que se quedan pisando tierra firme, y que saben vivir su vida y llevarla por el mejor camino. Saltar es sencillo: cierras los ojos y te dejas caer. Sabes que estás a salvo, porque estás sujeto a un arnés que en ningún caso se partirá. Te crees valiente porque todo el mundo mira como saltas.

Valiente no es quien salta, sino quien evita el salto y se queda en tierra firme. Es aquí, en este suelo que pisamos, en el día a día, donde está el peligro que conlleva vivir. El peligro de las cosas inevitables que nos puedan ocurrir y no demasiado buenas, en este caso. A eso le llamo yo ser valiente: a salir de los problemas, a saltar al vacío de tus propias ideas y lanzarte a conseguir tus metas sin miedo al fracaso.

Aquel chico saltó del puente. Todos aplaudieron. Sus amigos no fueron capaces, el vértigo les ganó la batalla, en este caso. Pero él durante muchos días se creía el mejor, solamente por saltar y conseguir que su miedo no se notase. Pero él estaba cagado de miedo por dentro, y en el salto le temblaban las piernas, pero con sus gritos engañó a todos muy bien y parecía que se lo estuviese pasando en grande.

Valentía es saber elegir aún a riesgo de equivocarse. Es saltar al fondo de nuestra propia existencia, sobreviviendo cada día a eso que creíamos no poder sobrevivir jamás. Es ir a la cola del paro sin arnés que te salve de la caída. Es una negativa a través del teléfono sobre ese trabajo que te puede salvar la vida. Valentía es salir a la calle a gritar que tus hijos tienen hambre, en manifestaciones aunque te linchen a palos.

A aquel chico aún le felicitan. Sin embargo ese chico no es el valiente que se cree. Aún no podrá serlo, por el simple hecho de hacer creer a todos que lo es, sin serlo realmente. Por no haber vivido todavía la experiencia mas real a la que te somete la vida: a pasar hambre.

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