El estudio destaca que uno de cada tres jóvenes españoles de entre 15 y 24 años dejó sus estudios antes de acabar la enseñanza secundaria, frente a la media europea, estimada en uno de cada cinco. El informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) analiza el avance de los objetivos establecidos en Dakar 2010, que tiene como fecha límite de cumplimiento el año 2015.

Los responsables del informe califican de “preocupantes” los datos sobre España, máxime cuando nuestro país está “duramente golpeado” y donde el paro juvenil supera el 50%.

En el documento se advierte que, de 2007 a 2009, las tasas de paro entre los jóvenes europeos que no habían terminado sus estudios aumentaron de forma considerable, salvo en Alemania. Y  España fue  la peor parada de todo el continente.

El estudio recupera además la expresión «ninis» (ni tienen trabajo ni lo buscan), al señalar que «al menos un cuarto de los jóvenes españoles que dejaron sus estudios al acabar el primer ciclo de enseñanza secundaria y un quinto de los que la abandonaron después del bachillerato en la actualidad tampoco buscan empleo«. En este contexto hay que recordar el reciente informe de la OCDE sobre la educación en el mundo, que estima en un 23,7% el porcentaje de jóvenes españoles que ni estudian ni trabajan. Este índice es asimismo uno de los mayores de Europa.

Ante esta situación, los responsables del informe señalan que «crear puestos de trabajo per se no va a ayudarnos a salir de la crisis«, porque «Europa debe formar a jóvenes con competencias profesionales adecuadas, con experiencia previa y con capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías

Por ello, desde la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) se insiste en fomentar las prácticas y pasantías, y en mejorar la formación profesional como se ha hecho «con gran éxito» en Alemana, a fin de preparar a los jóvenes para el mundo laboral.

El esfuerzo merece la pena, según los cálculos de la institución, que estima que cada dólar invertido en educación y en competencias supone un retorno de 10 dólares para la economía del país inversor.