Los inversores en Bolsa desatienden a los valores medianos y pequeños

16/10/2012

Miguel Ángel Valero. El beneficio por acción de estas empresas ha crecido una media del 20%, cuatro puntos más que el de las grandes compañías.

Que lo pequeño es hermoso se sabe desde hace tiempo, aunque se empezara a poner de moda con la obra del economista alemán E. F. Schumacher, “Small is beautiful”, publicada en 1973. Lo que se desconoce es que además es rentable. Al menos eso es lo que se deduce de una jornada sobre “Pequeñas y medianas cotizadas: una fuente de rentabilidad para las carteras”, organizada por la Asociación de Empresas de Asesoramiento Financiero (Aseafi) y BME en la Bolsa de Madrid. César Sánchez, director de Small & Medium Caps de Ahorro Corporación, señala que “el mercado deja de lado empresas que están pasando la crisis con crecimiento en sus resultados” y critica que “se mueva por declaraciones de Draghi o de Merkel, y no por el descuento al que cotizan los valores”.

Para encontrar buenos valores medianos y pequeños en la Bolsa española, este experto se fija en tres factores. El primero, la exposición a la demanda interna. Aquí las empresas más expuestas a la caída del PIB son Adolfo Domínguez, Colonial, Corporación Dermoestética, Metrovacesa, Prisa, Realia, Solaria, Tecnocom, Vocento y Zardoya. El segundo, que operen en mercado ajenos a la crisis, destacando CAF, Duro Felguera y Rovi. Y el tercero, el nivel de endeudamiento, clave en las actuales circunstancias de restricciones a la financiación. Las menos expuestas, según el experto de Ahorro Corporación, son estas tres empresa citadas, Miquel y Costas y Adveo.

Manuela Fernández, directora de Inversiones de Bankinter (entidad que tiene un fondo de inversión especializado en valores pequeños y medianos), destaca las empresas que registran crecimiento, balances saneados y menor apalancamiento, que tienen valoraciones “atractivas”, que ofrecen oportunidades en fusiones y adquisiciones (desde 1990, el 98% de las transacciones afectan a compañías con menos de 5.000 millones), y muestran un buen comportamiento en Bolsa. ¿Por qué? Porque son empresas “de nicho”, con posibilidades de crecer en momentos en el que no lo hace el PIB, con diversificación internacional, y con una estructura más plana y menos burocracia, que facilita “la rapidez en la toma de decisiones”.

Esas empresas registran un crecimiento del beneficio por acción del 20%, frente al 16% de las grandes. Además, la menor cobertura por parte de los analistas facilita que sean valores “ocultos”, pese a sus atractivos: menor presión regulatoria, precio barato, cotizaciones penalizadas por el entorno macroeconómico (no por la situación concreta de la empresa). El 42% de los valores medianos y pequeños cotiza a la mitad de su valor de hace cinco años, frente al 22% de las grandes.

Entre los riesgos a la hora de invertir en esos valores, “la falta de liquidez, la menor transparencia y la dificultad de selección en un universo muy amplio”, concluye la directora de Inversiones de Bankinter.

Ventaja competitiva, más que tamaño

Beltrán Parages, director comercial de Bestinver, se declara “agnóstico” sobre el debate del tamaño en los valores que cotizan en Bolsa. Considera que “la ventaja competitiva de una empresa no es exclusivamente el tamaño” y que lo importante es que esa ventaja sea “sostenible”. Más que la dimensión de una empresa, hay que analizar “el retorno sobre el capital empleado en el negocio”, el PER, si mantiene una actitud correcta con el cash-flow generado y la estructura accionarial (Bestinver invierte el 80% en empresas familiares).

Reconoce que la internacionalización es más fácil en compañías grandes. Pero destaca que los valores medianos y pequeños “pasan desapercibidos para el mercado”. También señala que hay que analizar cómo están organizados los activos: “en los holdings, generalmente su valor es menor que la suma de sus participaciones, lo que refleja ineficiencias en la formación de los precios”. Recomienda fijarse en empresas “que no dependan del Gobierno en sus actividades” y en las familiares, porque “tienen una política de gestión orientada al largo plazo, y los accionistas vigilan la gestión”.

El refranero, siempre tan sabio,  opina que «el ojo del amo engorda al caballo«. Independientemente de su tamaño.

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