Apenas unos días le han bastado al nuevo presidente madrileño para romper a pensar como el estadista que sin duda ya llevaba dentro. En calidad de tal, y así sin darse importancia, ha concluido que las huelgas de la enseñanza son políticas. Prodigioso. Sin intención de mancillar tan asombrosa conclusión incluso me atrevería a decir más. Por ejemplo que son protestas derivadas de una política que confronta abiertamente con otra. En concreto con la suya señor González. Ya ve. Hay gente pá tó que dijera Guerrita o El Gallo que, hasta en esto (que para algo somos españoles y si no ya se encarga Wert), tampoco hay acuerdo. De todos modos da que pensar que alguien que se dedica a la política la tenga en tan baja estima ¿Es tan nefasta como para usarla como arma arrojadiza contra el adversario? Sabido es que Franco no se metía en ella o eso decía. Sólo por eso ya merecería más respeto.

No tanto quienes la ejercen desde el menosprecio a un derecho constitucional o quienes, en un ejercicio hilarante de creatividad, la califican de huelga-juerga como ha hecho en las redes sociales el presidente del Pleno del Ayuntamiento de Madrid. A uno se le desencaja la mandíbula de la risa. Lo que debería hacerles menos gracia, si es que les preocupara que no es el caso, es el futuro al que condenan a las jóvenes generaciones de hoy, de mañana y de pasado mañana. No hay que darle demasiadas vueltas a algo ancestral. La derecha no concibe la educación como un derecho fundamental de todos. Como mucho aguanta el gesto sin carcajearse únicamente cuando hay dinero público suficiente para no desenmascarar sus verdaderos principios ideológicos.

Sin embargo, cuando escasean los recursos no se extraen de aumentar la tributación a las Sicav sino de subir de modo brutal las tasas universitarias o racanear en los libros de texto o las becas de comedor. Como no hay caligrafía más inapelable que los presupuestos es fácil chequear la importancia que le concede este Gobierno y sus satélites autonómicos y que es proporcional a los recortes perpetrados. Contra ellos se levantan los estudiantes y sus padres ‘batasunos’ armados con plumieres cargados de gomas de nata y sacapuntas.

Es una pena que la necedad no cotice en el Ibex 35 para evitar esos penosos cierres a la baja de la Bolsa. Llega un momento en que el perdón no alivia para nada estas barbaridades. Que el portavoz en el Congreso del PP, que no parece un don nadie, establezca estos paralelismos entre madres y padres que velan por sus hijos y radicales que queman contenedores y luego se disculpe o que el candidato a la Xunta ensalce al tal Castelao por dimitir raudo tras decir que las mujeres, como las leyes, están para violarlas, no consuela en absoluto ¿Qué alternativa manejaban? ¿Ascenderle?¿No se dan cuenta o no quieren hacerlo de que el problema es que alguien que piensa semejantes burradas llegue a ser un alto cargo pagado con el dinero de todos? Para eso no hace falta ni tener estudios.