Quo vadis, Montoro

23/10/2012

Luis Díez.

Aunque resulte paradójico, lo menos creíble de la intervención del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en la defensa del Presupuesto para 2013 fue su oferta de diálogo a la oposición. “Desde el Gobierno entendemos que estamos en momentos difíciles y quiero insistir en promover el diálogo político”, dijo con gran seriedad. Cualquiera que oyese su invitación a “levantar la cara de la política” y a negociar seriamente en vez de “apelar al soberanismo” creería que este hombre traía una orden del presidente Mariano Rajoy de sentarse a analizar con los nacionalistas catalanes la retirada de su enmienda de totalidad a cambio de las parciales. Pero nada más lejos de la verdad. Ni con CiU ni con el PNV ni, mucho menos, con el PSOE se van a negociar enmiendas que supongan cambios trascendentes en las partidas presupuestarias. Nada más hay que ver la lectura previa: de 900 enmiendas de UPyD, los gubernamentales sólo admitieron tres técnicas. Y del centenar sobre las que Josep Antoni Durán i Lleida pidió compromiso al Gobierno, no se admitió ni una. Además, “¿es posible negociar en época electoral?”, se preguntó un colaborador de Montoro.

La credibilidad del Presupuesto, que sería la primera premisa para lograr la confianza que necesita el país –argumento ab hartargum de Montoro–, fue puesta en duda por Alfredo Pérez Rubalcaba y el resto de los portavoces que formularon las once enmiendas de totalidad a partir de las diferencias entre la recesión del 0,5% que pronostica el Gobierno y la augurada por el FMI, la Comisión Europea, el Banco de España y otros entes, que la sitúan un punto por encima. Montoro justificó la continuidad del ajuste del déficit y la contención de la deuda con el argumento clásico de que sin el ajuste del gasto (un 58% del esfuerzo) y de los ingresos (un 42%) no hay cristiano que se libre del lastre de los intereses de la deuda, que crecen 10.000 millones de euros en 2013 y se llevan el producto de nuestros impuestos.

Luego ya, con un alarde de voz, el ministro que más se recrea en la entonación, más incluso que Alberto Ruiz Gallardón, asombró a sus señorías afirmando que “a pesar de todo, estos son los presupuestos más sociales de la historia”. Como se esperaba la protesta de la oposición aclaró: “De 100 euros, 63 van a gasto social y eso jamás se ha producido”. Rubalcaba rebatió la afirmación y le pidió que comparara datos homogéneos. Pero aparte esa afirmación para la galería y el hecho de que la recaudación fiscal permita alcanzar los 149.000 millones de euros previstos este año y la contención del déficit de la Administración central no haya superado el déficit del 4% a finales de septiembre y augure el cumplimiento del 6,4 a final de año, las intervenciones de Montoro no incluyeron una sola alegría. Lo importante es que no crean y nos presten, vino a decir mientras subía la prima de riesgo.

Rubalcaba llegó el liderato arrugado por las derrotas de su partido en Euskadi y Galicia. Con un tono menos ágil que de costumbre, describió el desastre social de los diez meses de Gobierno del PP y auguró medio millón de parados más con las nuevas cuentas públicas, que calificó de “increíbles, ineficaces e injustas”. Repitió que con la austeridad y los ajustes no vamos a ninguna parte, pues, como señala el FMI, “si un país no crece, no paga”. Animó a Montoro –aunque se dirigía a Mariano Rajoy– a plantar cara a la alemana Merkel y hacerle saber el efecto catastrófico del ajuste en Portugal y que este país no puede dedicar 40.000 millones a rescatar a los bancos porque necesita ese dinero para rescatar a los jóvenes y a los trabajadores en paro. Para el dirigente del PSOE, que presentará en los próximos días su propuesta de reforma fiscal, “estamos ante unos Presupuestos marcados por el rescate”. Montoro le contestó: “Quo vadis” e ironizó sobre el batacazo en las elecciones del norte. Y, por supuesto, no aclaró si actualizará las pensiones, como insistentemente le preguntó Rubalcaba.

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