La tradición deportiva catalana es patente en la profusión de entidades centenarias. Este año cumple un siglo de existencia el Real Club de Gol El Prat, que en sus orígenes tenía su campo a la altura del Club de Polo Barcelona, pero al otro lado de la Diagonal, entre el cuartel del Bruc y el Real Club de Tenis Barcelona. Fue el responsable de la introducción del golf en Cataluña y cantera de nada menos que 51 campeones de España, lo que supone un récord mundial.

Por su campo, ahora situado en la finca BonVilar, entre Terrassa y Sabadell, en el corazón del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac, pasaron jugadores míticos como Ballesteros, Cañizares, Faldo, Langer o Watson o los legendarios Henry Cotton, Harry Brashaw, Dai Rees, Antonio Cerdà, Roberto DeVicenzo o John Jacobs. Pero también personajes célebres como Balduino de Bélgica, Robert Stack, Christopher Lee, el “dream team” al completo, con Michael Jordan a la cabeza, y George Bush cuando era gobernador de Texas.

Para celebrar el centenario, esta entidad que nació en Pedralbes, creció y forjó un prestigio internacional en El Prat, junto al mar, y tuvo que trasladarse en 2002 a Terrassa cuando se amplió el aeropuerto de Barcelona; ha organizado un torneo conmemorativo cuyo ganador se llevará una réplica de la Copa Harmon, una prestigiosa competición que se disputó en Pedralbes hasta 1954.

La Copa Harmon era una hermosa pieza de orfebrería. Un trofeo que obtenía quien ganaba tres años consecutivos o en cinco alternos. Al estallar la Guerra Civil, tan preciada pieza se podía convertir en botín. Un empleado, Juan Rosell, la salvó enterrándola bajo el “green” del hoyo 9, donde permaneció hasta que finalizó el conflicto. Una réplica de esta copa se entregará este fin de semana en una gala a la que están invitados los presidentes de quince clubs de golf españoles (siete catalanes), entre ellos, el conde de Murillo, Fernando Ramírez de Haro, del Club Puerta del Hierro y marido de Esperanza Aguirre.

La práctica del golf, además de forma física y mental, proporciona relaciones. Networking le llaman ahora. Pero no se debe abusar, porque se corre el peligro de perder oportunidades. De hecho, los ejecutivos que exhiben un hándicap muy bueno no suelen gozar de la confianza de empresarios y directivos. No por cuestiones de fidelidad o competitividad deportiva, sino porque sospechan potenciales ausencias en favor de la práctica de su afición. En estos casos, un excelente swing puede acabar con una prometedora carrera.