Rostros

31/10/2012

Rodolfo Serrano.

Las cifras del paro terminan por crear insensibilidad en la sociedad. Quiero decir que cuando las cifras son tan tremendas llega un momento de narcotización en la sociedad, incapaz de asumir tanto dolor. Los 5,8 millones de parados son así una cifra no muy diferente que la de los cuatro millones o la de los seis millones a los que vamos abocados sin remedio.

El dolor -y hasta la solidaridad– nos llega más profundamente ante una imagen concreta: la familia desahuciada, el mendigo tirado en la calle, el hombre al que se le adivina la desesperación mientras espera en la cola del paro o la familia acudiendo a un comedor social. Son los rostros, el conocimiento de la persona que sufre esa situación, lo que nos conmueve.

Los números, por altos que sean, sólo nos dan una idea global de la tragedia cotidiana. Y cada vez que nos llega –catorce veces al año- los datos del paro, sufrimos en ese momento, pero sin tener idea del verdadero alcance del drama que cada día vive nuestro país.

Sé que estas líneas no son nada originales. Pero hace unos días veía en televisión cómo la tragedia del paro era objeto de tratamiento –no muy afortunado, por cierto- en programas frívolos del corazón. Entre infidelidades, separaciones y peleas a muerte por cualquier nadería, el paro era un elemento más. Un punto de interés exclusivamente dirigido a la audiencia.

Mal está un país cuando buscamos la complicidad de los programas ligeros para insensibilizarnos ante un problema nacional. Miramos a nuestro alrededor con la esperanza de que en nuestro entorno más cercano no nos asalte la pesadilla.

Y no sólo en programas de televisión del tipo que se señala. Desde hace unas semanas los telediarios abren con dos noticias que nos liberan del dolor: La posible secesión de Cataluña y los problemas internos del PSOE.

No digo yo que no sean problemas importantes. Pero produce una cierta desazón que la mayoría de los esfuerzos de los políticos estén centrados fundamentalmente en la hipotética independencia de una comunidad autónoma, nación o como queramos llamarlo, y en la pelea por el liderazgo en el principal partido de la oposición.

Cuesta entender que, con la que está cayendo, los más emotivos esfuerzos de nuestros se enroquen en una discusión estéril, mientras la gente piensa cada minuto en cómo llegar a fin de mes.

No comparto, por ello, la visión de los políticos que no acaban de comprender cómo es posible que miles de personas rodeen el Congreso, cansados de comprobar que los intereses de unos y otros –políticos y ciudadanos- están cada vez más alejados.

¿Hay posibilidad de que los partidos asuman que, en estos momentos el problema mas grave es el del crecimiento económico, el del paro, el de la gente de la calle? ¿Hay alguna posibilidad de que los partidos asuman que han de unificar fuerzas con los ciudadanos para salir de la crisis?

Porque, en caso contrario, las cifras que religiosamente se nos van soltando como latigazos, seguirán siendo un dato más de nuestra maltrecha economía, pero jamás llegarán al corazón de quienes tienen la obligación de resolverlo.

Vayamos, pues a la poesía. Y, después de este desahogo, leamos a Felipe Benítez Reyes, aunque sólo sea para sensibilizar nuestras almas:

Lejano y codiciable,
el tiempo es territorio del que sólo
regresa, sin sentido y demente,
el viento sepulcral de la memoria,
devuelto como un eco.

Como devuelve el mar su podredumbre.

Todas nuestras maletas
reflejan la ordenación desvanecida
de un viaje
que siempre ha sucedido en el pasado.
Y las abrimos
con la perplejidad de quien se encuentra
una maleta absurda
en esa soledad de centinela
que parecen tener las playas en invierno.

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2 pensamientos en “Rostros

  1. Las cifras de hoy serías mas que suficientes para que el presidente de gobierno presentara su dimisión. La inutilidad de su ley del trabajo queda demostrada, para caersele la cara de vergüenza.
    Un saludo, Rodolfo, hasta el sábado.

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