Desgraciadamente, en estos tiempos, hay que rezar y recordar a otros difuntos de los cuales, como nos pasa con nuestros seres queridos, nunca pensamos que iban a morir.
Ha muerto la economía, ha muerto el puesto trabajo, ha muerto la sanidad.
Desde pequeños nos enseñaron que Jesús resucitó al tercer día, que incluso con decir levántate y anda la gente resucitaba, pero ¿dónde está Jesús ahora? Yo me he puesto delante de la cartilla de ahorros y le he dicho “levántate y llénate”.
Ni caso, sigue muerta.
Lo he intentado leyendo la tasa de paro y le he dicho “levántate y anda”, y ahí sí me ha hecho caso, se ha ido hasta el 25% de gente sin trabajo.
Como último intento, y con mucha lógica por mi parte, he pensado que la sanidad podría hacer resucitar al país. Seguro que invierte en I+D+I para obtener una pastillita mágica, que pone a disposición becas de investigación para elaborar un suero recuperador, y que a las urgencias y a las ambulancias, con sus abnegadas y empobrecidas dotaciones por culpa de los recortes, les dotan de los mejores medios para acudir rápidamente a socorrer a la economía, que actualmente está tirada en la cuneta por culpa de un choque frontal y violento contra una burbuja. Seguro que gracias a la inversión la reaniman.
¡Mi gozo en un pozo! Se han topado con un grave problema. Cuando iban camino del accidente se han dado cuenta de que con los recortes de presupuesto no les llega para pagar las medicinas, no les da para pagar el euro que vale la receta en Cataluña y que próximamente lo va implantar Madrid. Además, el presupuesto de gasoil no llega para pagar el céntimo sanitario de la gasolina y mucho menos el brutal aumento del precio de los carburantes. Se me ocurre ahora mismo la receta de la pescadilla que se muerde la cola.
Así que se han visto, muy a su pesar, obligados a dar la vuelta y a regresar a su base a esperar que les privaticen.
Esta semana les ha tocado a Fátima Báñez y a Ignacio González ser los iluminados.
Además, con una gran falta de imaginación, se dedican a copiar frases y pensamientos de sus enemigos.
Fátima nos ha dicho, con otras palabras, que ve brotes verdes. ¿Les suena? ¿Se acuerdan de las barbaridades que dijeron cuando lo dijo un socialista? Fátima, pues ahora te toca a ti recibir el chaparrón.
Pero la iluminación feliz y genial de esta semana se la otorgo a Ignacio González, cabeza visible de Esperanza, que en su retiro debe de estar feliz gobernando Madrid sin recibir críticas.
El amigo nos impone el euro por receta, cuando dijo pestes al hacerlo los catalanes; pero no se preocupen, a partir de la receta numero 70 en el mismo mes, ya no se paga.
Ignacio, si tengo que ir 70 veces al médico en un mes es que estoy “jodido” de verdad. Para la receta 40 tendré que llamar a una ambulancia, me vas a cobrar entre 6 y 60 € por el viaje para que me lleve al médico, y con un poco de suerte ni me atenderán, ya que como vas a privatizar los centros de salud, vete tú a saber qué horarios ponen para reducir costes y cuántos médicos asignan por paciente.
Por cierto Ignacio, ya que estás copiando todo lo que hacen los catalanes, ¿vas a copiar el independentismo? Quizás te vendría bien hablar de una Castilla unida, grande y libre, para que el revuelo que se monte tape todas estas barbaridades que vais a hacer en la sanidad, en las eres en los ayuntamientos y demás.
Así que como manda la tradición del 1 de Noviembre, “El muerto al hoyo y el vivo al bollo”, olvidémonos de los malos tragos con unos dulces típicos de este día.
Y para que no se nos olvide que en este país tuvimos líos que nos llevaron a llenar cementerios, hoy cocinaremos un plato simple, pero riquísimo, que surge después de la Guerra Civil, donde la economía de guerra llevó a despertar la imaginación.
Espero que este turbio pasado, digno del terror de Halloween, nos haga reflexionar y recordar que todos los extremismos son fatales y que al final, como diría Jesús, todos somos Hermanos.
PUCHES CASTELLANOS
1/2 litro de agua.
3 cucharadas de anises.
5 cucharadas de azúcar.
4 cucharadas de harina.
Una puntita de canela en rama, como de 1 centímetro.
Aceite de oliva virgen.
Una pizca de sal.
Pan de víspera en cuadrados pequeños para hacer los picatostes (en Cuenca se les llama turranquillos).
Elaboración:
Ponemos a cocer en un cazo el agua con los anises, la canela y el azúcar.
En cuanto empiece a cocer tapamos y apagamos el fuego dejando el cazo al calor.
En una sartén con aceite de oliva doramos la harina.
En cuanto empiece a tostarse, sazonamos y añadimos la infusión de anises, previamente colada.
Con unas varillas removemos hasta conseguir una crema espesita y sin grumos.
Elaboración de los picatostes:
Cortar bien el pan en forma de cuadrados.
Picatostes para unas cuatro personas se pueden freír en medio vaso de aceite.
Hay que echar el pan cuando el aceite esté muy caliente y estar muy atentos ya que hay que darles la vuelta rápidamente cuando se pongan dorados, evitando que se nos quemen.
Poner en un plato con papel absorbente para que tiren el exceso de aceite.
Para los muy, muy golosos, lamineros que decimos en mi pueblo, se puede servir en lugar de con los picatostes, con torrijas troceadas que hayan sobrado de la víspera. ¡Hay que ahorrar!
Repartimos la crema caliente en cuencos y servimos acompañadas de los picatostes.
¡¡¡BUEN PROVECHO!!!
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