Ujieres, leyes y desahucios

06/11/2012

Aguinaga y Romero.

¡NO DOY CRÉDITO… a lo que oigo! Esto es lo que ha exclamado el alcalde -y muy acertado, por cierto- nada más explicarle cómo solucionar de una manera justa y económica, aunque no rápida, el problema de los desahucios que nos tiene amargados a los políticos.

Si hay algo que no entiendo es por qué tenemos que hacernos nosotros responsables de las diferencias entre un particular y una empresa. Si el banco se ha pasado dejando dinero a indigentes en la época del capitalismo popular, pues es un problema suyo y no tiene por qué salpicarnos a nosotros, los políticos. ¡Ya está bien de que vengan al Ayuntamiento todos en comandita protestando porque a uno le quieren echar de su casa! Pero si tampoco ha pagado el agua ni la luz.

El móvil, eso sí, que lo paga todo el mundo, porque como se puede cortar el servicio sin problemas… Todos estos son iguales: mucho no pagar el piso pero con el móvil en la mano para llamar a los amigos cuando ven a la policía municipal haciendo un control de alcoholemia.

Aquí, desde mi localidad, he pergeñado la solución para que los desahucios en España dejen de ser un problema y, por lo tanto, dejen de darnos quebraderos de cabeza a nosotros: los honestos y probos concejales que trabajamos todo el día en pos de la felicidad y el bienestar de los demás. No es por echarme flores pero cada vez tengo mejor prosa.

La solución pasa por el estamento judicial, como no podía ser de otra forma. Porque la otra forma es arrancarle los dientes a los de los bancos con unos alicates para que no les queden criadillas suficientes para desahuciar. Pero eso sería violencia y un servidor público sólo quiere paz y diálogo.

Son todos los que trabajan en los juzgados, a esos que les han quitado la paga extra de Navidad, quienes pueden resolver lo de los desahucios; no solo los jueces. Tienen que estar todos los que se ganan el sustento en un Juzgado: secretarios, chupatintas, leguleyos… y, fundamentalmente, los ujieres, que son el alma de toda institución ministerial. ¡Qué íbamos a hacer nosotros sin estos superhombres que tan diligentemente trabajan para facilitarnos nuestra labor! ¿Quién ha visto a un ujier desocupado?, ¿a un ordenanza sin ayudar a cualquier administrado amablemente? Eso, a ver quién lo ha visto.

Como el desahucio lo sentencia el juez, que es el último del eslabón, pues consiste en que pongan el mismo empeño que en la multitud de casos que llevan en sus juzgados. No basta con quejarse o hacer sentencias de lo más rebuscadas para paralizarlos un tiempo. Nada de eso. Hay que paralizarlos por lo menos diez años.

Muy sencillo. En el momento en que el representante de un banco meta en el juzgado una solicitud para el desahucio en una vivienda, el primer administrativo que la tenga en la mano debe dársela urgentemente a un ujier que en breves segundos la introducirá en un cajón. Y en ese cajón debe permanecer hasta que se le olvide al propio ordenanza, de tal manera que cuando el representante bancario reclame y pregunte qué pasa por su expediente, todo haya caído en el olvido. Hay otra variante, que es la de intercambiarse los expedientes entre los diferentes juzgados, con lo que el éxito está garantizado y nunca podrán aflorar.

Si el leguleyo bancario utiliza alguna treta o estratagema legal para comenzar el proceso y agilizarlo, deben intervenir inmediatamente los auxiliares administrativos y los laborales contratados para hacer el trabajo de los citados –en el caso de que quede alguno sin despedir-, quienes pondrán dicho expediente en uno de los montones que tienen encima de los armarios. Y así sucesivamente. Es más, el juez siempre queda bien porque puede responder que no le ha llegado nada a sus manos. No hay prevaricación.

Y además no les va a costar mucho porque tienen experiencia: ¿cuántos expedientes llevan años paralizados? Pues esto es igual, pero estructurado de verdad, con seriedad. Según pase el tiempo el banco tendrá que negociar con el inquilino o con el propietario para solucionar su problema. En ese periodo de tiempo puede que el deudor haya encontrado trabajo o tenga ganas de pagar. O el banco le hace un apaño mientras los demás le apañamos las cuentas metiéndole dinero público a espuertas.

Así tengo de contento al alcalde. Le costó cerrar la boca después de oír mi teoría y me dijo que la iba a comentar en las altas instancias del partido. Vamos a hacer carrera, lo intuyo. Lo que me debe este hombre. ¡Cómo le tengo esto de cuidado!

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2 pensamientos en “Ujieres, leyes y desahucios

  1. “Pergeñar”, “leguleyo”… Sin duda me estoy planteando que mis alumnos tengan la costumbre de leer los artículos del Sr. Concejal. Al menos aprenderán vocabulario. Sin duda alguna, el concejal, con ese olfato que gasta sabe dónde atacar. Y madre mía cómo sacude a todos los estamentos, -a todos menos a sí mismo, a su Hay Untamiento y a su partido; que e muy fresco aún no nos lo ha desvelado-. Tengo miedo del día en que se meta con la Universidad.

  2. Oh concejal, cada palabra suya es como un potente chorro que calma la sed que me produce no saber de usted con más asiduidad. Su prosa cuidada me desarma y me llena de vida. Su flujo me hace sentir joven. Un flujo literario que me penetra y rompe aquellos muros que nunca nadie se ha atrevido a derribar. Quizá peco de soñadora pero quisiera ponerle cara, y también cuerpo y que me tocara con esas manos impregnadas de tinta y que dejara en mi sus huellas literarias de persona íntegra. Su solución a los desahucios es ahondar más en la devastadora situación en la que está sumida la Justicia de este país. Pero me resisto a poner alguna pega. Y no porque venga de usted sino porque en una situación de emergencia como ésta, hay que buscar atajos. No es jugar sucio, porque esto no es un juego. Aquí nadie juega salvo aquellos bancos que prestaron por encima de sus posibilidades y ahora culpan a los muertos de hambre que viven en su casa de 30 metros cuadrados. Claro, será que comer tres veces al día es vivir por encima de… y cambiar de pañales a los dos hijos que tengo será vivir por encima de… y comprar una lavadora lo mismo… Así que sí, pongamos todos de nuestra parte para que la Justicia sea como siempre, lenta. Así al menos ganamos algo de tiempo. Siempre suya.

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