Los turrones más caros y exquisitos de La Alberca

06/11/2012

Lucía Martín. Desde hace cinco años la dueña de esta exquisita pastelería fabrica artesanalmente, turrones y chocolates con los más variopintos ingredientes.

Amasa que te amasa… De cuatro a cinco horas para hacer la masa del chocolate. Otras tantas para los turrones… También hay dulces típicos de la zona: rosquillas, bollo maimón, perrunillas y uno que había dejado de fabricarse: las turruletas, que llevan aceite, harina y huevo…

Todos estos detalles y muchos más nos cuenta la simpática Mari Luz Lorenzo en su pequeña tienda delicatessen de La Alberca, en Salamanca. Es imposible no ver su pastelería: como si del flautista de Hamelín se tratase, los ricos olores que de allí salen atraen al turista hasta su establecimiento. Por si acaso la nariz le traicionase, en su puerta pueden verse todo tipo de reclamos de maravillas para el paladar. Calóricas evidentemente. Pero maravillas al fin y al cabo: salados, como el hornazo de Salamanca. Y dulces, muchos dulces, sobre todo chocolates y turrones que la inquieta repostera va creando echando mano de su imaginación y de tradiciones ancestrales. Turrón negro, de nueces y miel, turrón de chocolate con aceite, con peta zetas, con regaliz… “Yo soy muy inquieta, no me importa desvelar la receta de algunos de mis productos pero si alguien luego me los copia me rompo la cabeza para mejorarlos aún más”, comenta risueña esta mujer de 51 años que confiesa dedicarle a su tienda más de 12 horas al día.

La abrió hace cinco años. Antes tuvo un restaurante por el que pasaron Arzak, gran amigo suyo, Ferrán Adriá y otros grandes de los fogones. Pero ahora Mari Luz se dedica al Pan Negro, que es como se llama su pastelería: “Yo me crié con mi abuela. Y mi abuela siempre decía que no vuelva el pan negro, que era el pan de centeno que comían durante la guerra. Por eso le puse ese nombre, en su honor”, comenta orgullosa.

Dice que su tienda es la más cara del pueblo: hay turrones de 20 euros el kilo pero el más caro es el de piñones con miel, que cotiza a 40 euros. En sus recetas utiliza cacao belga y francés y nos cuenta que en la tienda le ayudan su marido y su hija, periodista de formación.

Curiosamente Mari Luz no es golosa, de hecho reconoce no haber tomado nunca un postre antes de abrir la tienda. Ahora sí, claro. Y cómo no hacerlo: cuando se prueban sus chocolates se genera una adicción de por vida.

Por su pequeña tienda, adornada con jarrones de turrón, fotos de famosos y donde los dulces no dejan espacio apenas a absolutamente nada más, pasan diariamente los turistas que se dejan caer por este pequeño y pintoresco pueblo salmantino. “Es difícil sobrevivir en el pueblo, por eso le dedico al negocio las horas que haga falta”, dice.

Justo enfrente del mostrador vemos la estatua de una virgen. ¿Eres religiosa? Preguntamos. “No, porque como tengo poco tiempo prefiero irme a tomar un vino que a misa”, finaliza Mari Luz. Amén.

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