José Ignacio Goirigolzarri celebra, entre incertidumbres, seis meses al frente de Bankia

08/11/2012

Miguel Ángel Valero. La estrategia, basada en ser “un referente de la banca” en rentabilidad dentro de tres años, sigue pendiente de que Bruselas autorice el plan de reestructuración y las voluminosas ayudas públicas

Tal día como hoy hace seis meses José Ignacio Goirigolzarri, sin actividad en el sector financiero desde que dejó de ser consejero delegado del BBVVA, sustituía a Rodrigo Rato al frente de Bankia y del Banco Financiero y de Ahorros (BFA). Una entidad, la mayor en el mercado financiero español y que había salido a Bolsa en julio de 2011, pasaba de tener unos beneficios de 305 millones de euros en 2011 a registrar unas pérdidas de 2.979 millones (7.053 millones en los nueve primeros meses del ejercicio en curso, el peor resultado obtenido jamás por un banco en España), y a necesitar ayudas públicas por 19.000 millones. Estas ayudas, vitales para la supervivencia de Bankia, todavía no han llegado, porque la Comisión Europea no decidirá hasta el día 28 si aprueba los planes de reestructuración de los bancos nacionalizados (además de Bankia/BFA, NCG Banco, CatalunyaCaixa y Banco de Valencia). Además, el examen coordinado por Oliver Wyman habla de necesidades de capital en Bankia por 24.743 millones.

Es la principal incertidumbre que pesa sobre el futuro de Bankia/BFA, pero no la única. El proceso en curso en la Audiencia Nacional, que afecta a los consejeros de las dos entidades en el momento de la intervención, y otras demandas judiciales no ayudan precisamente a disipar las dudas, por mucho que Goirigolzarri y su equipo, encabezado por dos ex BBV (José Sevilla y Antonio Ortega), insistan una y otra vez ante la organización que “el pasado, pasado está” y que hay que “mirar al futuro con la confianza de que tenemos un gran proyecto entre las manos”.

En Bankia prefieren hablar de todo lo que ha hecho Gorigolzarri en apenas seis meses: desaparición de la politización en los órganos de gobierno; reducción de 1.00 a 300 los representantes del grupo en consejos de filiales y de participadas (ahorro de siete millones de euros en dietas y otras retribuciones), reorganización de la red minorista para estar más cerca del cliente; culminación de la Operación Hispania, con la venta a dos fondos de una cartera de 800 millones en créditos fallidos; concesión de  más de 1.000 millones en créditos ICO y otros 1.000 millones de financiación a empresas a través de préstamos preconcedidos, entre otras.

Reconocen la “espina” que supone no haber podido resolver el caso de las participaciones preferentes de una forma menos perjudicial para los clientes de Bankia. Goirigolzarri y su equipo tenían ya diseñada una solución para este problema, cuando se toparon con la negativa de Bruselas a que dinero público se destine a compensar esas inversiones, en muchos casos realizadas con engaño o, al menos, sin información adecuada a los clientes por parte de algunas de las cajas ahora integradas en Bankia.

También tiene pendiente el contencioso con Aviva, que reclama en una corte de arbitraje 900 millones de euros porque entiende que la integración de Bancaja en Bankia ha perjudicado a su acuerdo de bancaseguros. Y se espera un aluvión de demandas por los desastrosos resultados de la salida a Bolsa de Bankia, sobre todo si Bruselas impone fuertes pérdidas a los inversores.

 

Pendientes de Bruselas

Goirigolzarri y su equipo necesitan el nihil obstat de Bruselas a su plan de reestructuración y, sobre todo, las ayudas públicas, para ponerse manos a la obra en el relanzamiento de Bankia. Porque siguen convencidos de que es “un proyecto de futuro” que, en tres años, será “un referente” de la banca española por rentabilidad. Se mantienen los objetivos para este período, pese a la incertidumbre y al peso de las cifras (este año están previstas unas pérdidas de 10.000 millones): rebajar a la mitad (de 60.000 millones a 30.000 millones) los activos improductivos (esa previsión se formuló muchos meses antes de que Bruselas impusiera al Gobierno la creación de un ‘banco malo’), reducir el peso de los gastos del 60% de los ingresos al 40%, y situar la rentabilidad del banco entre las más altas del sector.

Bruselas impondrá más cierres de sucursales y ajustes adicionales de plantilla, algo con lo que ya se cuenta en la nueva Bankia, que debe adaptar su red a un menor volumen de negocio, y ya se está en ello. También habrá que vender todas las participaciones (salvo las vinculadas a la actividad financiera, como Mapfre). Los analistas creen posible que en 2013 Bankia ya registre beneficios, tras destinar 22.000 millones a saneamientos este año, lo que provocará pérdidas de más de 10.000 millones a 31 de diciembre.

 

“Nosotros, a lo nuestro”

Nosotros, a lo nuestro”. Es la frase de Goirigolzarri que más se repite en Bankia. Con esa expresión, el presidente del grupo quiere que toda la organización esté centrada en el relanzamiento, y no en mirar hacia atrás en busca de los culpables de la situación. Porque Goirigolzarri está obsesionado en recuperar la confianza de los clientes, para frenar la sangría de depósitos y para hacer más atractiva la entidad a potenciales inversores que reduzcan la participación pública en el capital. En los nueve primeros meses, Bankia ha perdido 14.257 millones de euros en depósitos de sus clientes (98.793 millones), lo que se traduce en un punto menos de cuota de mercado (9,4%). Los recursos de clientes en balance caen en lo que va de año en 56.456 millones de euros: 21.692 millones de menores recursos de no residentes, por la disminución de la financiación a través de plataformas de negociación y cámaras de contrapartida europeas; 17.140 millones, de empréstitos y otros valores negociables.

Para recuperar depósitos y clientes y para captar nuevos necesita la recapitalización. “Tenemos una gran responsabilidad por delante, que es la de hacer rentable la inversión que los contribuyentes nos están confiando y, con ella, cambiar radicalmente la percepción que se tiene en Europa del sistema financiero español”, explicaba recientemente el presidente de Bankia a un grupo de directivos y empleados del grupo. Por eso, todos en Bankia están pendientes de Bruselas. Y el primero de ellos, Goirigolzarri, que no está para celebraciones.

 

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