El matrimonio constitucional

09/11/2012

Joaquín Pérez Azaústre.

Iba a reventarse la familia. Se iba a desintegrar. Había que llenar las avenidas de pancartas que negaban el derecho de gays y lesbianas a casarse. Había que sacar a la calle a todos los obispos españoles, con sus melodías del domingo, había que recordar que Adán y Eva eran Adán y Eva, pero no Adán y Adán, ni Eva con Eva. Había que vindicar el rasgo monolítico del matrimonio heterosexual. Había que negar cualquier derecho del ser humano a reinventarse, libre, en una evolución de su propia conciencia, de su legalidad y de sus sentidos. Había que llevar el matrimonio gay al Constitucional, porque al parecer los jueces españoles no tienen suficiente trabajo acumulado. Había que presentar un recurso de amparo, porque dos hombres sentados delante de un alcalde o un juez de paz, declarando su unión, estaban vulnerando el derecho de todos a casarnos. Había que argumentar que quienes presentaban el recurso no estaban en contra del derecho de los gays a vivir juntos, qué va, sino en contra del uso de esa nomenclatura, del nombre, de la palabra sagrada en su sagrada forma, el matrimonio.

El recurso semántico ha encontrado ya su propio significado: en España, para el Tribunal Constitucional, el matrimonio entre personas del mismo sexo no molesta a la Constitución. Mientras se ha decidido, en estos siete años que ha tardado el Constitucional en pronunciarse, ni se desintegrado la familia ni tampoco ha reventado, y han podido continuar disfrutando, de sus mieles domésticas, las familias de la extrema derecha española. El matrimonio ha seguido siendo el matrimonio, el divorcio el divorcio, las separaciones las separaciones y las nulidades eclesiásticas, para quienes las piden, todo un laberinto novelesco. El ser humano late, se reinventa, pierde unos derechos, gana otros: el de poder casarse libremente es una evolución social y justa.

El Constitucional está en la calle. Ha tardado mucho, demasiado, pero estos dobles tiempos de la política y de la judicatura traen a la actualidad, siendo distinta, un pasado no demasiado remoto. El PP de ahora, el de la crisis, seguramente no hubiera presentado el recurso porque está en otras cosas, en “el lío” de Rajoy; pero ahora, siete años después, le ha estallado en la cara. ¿Y todo este follón, las manifestaciones, las pancartas, ha sido solamente por el uso, o no, de una simple palabra? Qué manía cansina por mandar en las camas ajenas.

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Un pensamiento en “El matrimonio constitucional

  1. Querido compañero,

    no había leído este artículo hasta ahora, por falta de tiempo.
    Estoy totalmente de acuerdo en cada una de tus palabras. Y te agradezco el que hayas escrito este artículo, el que hayas hablado de este tema.

    Me ha gustado el final que le das. Es que , al parecer, que dos personas del mismo sexo se casen , uf, no podía ser y llamarle matrimonio menos aún. Pero sí podía seguir llamándose matrimonio aún cuando el hombre le pegaba a la mujer y la maltrataba hasta la saciedad. Es eso lo que deberían de mirar, si ha de llamarse matrimonio una relación donde hay malos tratos y tal.

    Gracias una vez más, y un placer leerte!

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