Con la puerta en las narices

21/11/2012

Luis Díez.

Con la dirigencia política entregada a gastar el dinero de todos en pedir el voto a los catalanes en unas elecciones autonómicas anticipadas que no resolverán ningún problema y crearán otros, la semana parlamentaria está siendo inhábil. Ya saben que sus señorías aprobaron el Presupuesto del Estado al mediodía de la jornada de huelga general del 14-N y que el Gobierno escuchó el clamor en las calles de millones de ciudadanos contra su política de ajustes, desempleo y recesión como quien oye llover y no se moja. La mayoría del PP no admitió ninguna enmienda de las 2.300 que presentó la oposición. Después, para poner sordina a una huelga general que, según algunos medios, no paralizó España, sólo la movilizó, el Gobierno pasó a otra cosa: la moratoria hipotecaria, con condiciones, a las familias impecunes. Y a continuación, mientras el Senado tramita el Presupuesto con un decremento medio del 9% en todas las partidas, el Congreso se echó a dormir la siesta.

En esas llegó el aniversario del gran triunfo electoral del PP y Mariano Rajoy ordenó, con buen tino, no celebrar nada, pues no hay nada que celebrar. Ya lo dijo Mitterrand: “Gobernar es resistir”. Y el Congreso, en su rutina, se puso a organizar las “jornadas de puertas abiertas” que desde hace 12 se celebran la primera semana de diciembre y permiten a los ciudadanos visitar la cámara legislativa y conocer personalmente al presidente Jesús Posada, a algún ministro, a los portavoces y a muchos diputados de los distintos grupos que por allí andan.

Jubilados, ociosos, curiosos, parados, escolares, jóvenes universitarios y turistas forman largas filas para sentirse y sentarse como sus señorías en el pleno durante unos minutos. Ha habido años con más de 30.000 visitantes en dos días. Las televisoras y las emisoras de radio hacen sus programas desde el hemiciclo, los medios escritos dedican al evento crónicas y reportajes. Personajes famosos del mundo del deporte, el arte, la música y la creación son invitados a presidir y participar en sesiones en las que los estudiantes formulan sus preguntas. El templo de la democracia se populariza.

Pero, de pronto, para evitar líos, la mayoría dizque “popular” en la Mesa del Congreso decide dar al pueblo con la puerta en las narices y anuncia que este año no hay jornadas de visita. ¿Por qué? Porque hay obras para arreglar la techumbre, o sea, la cúpula. ¿A quién se le ocurre ponerse a cambiar la cúpula en estos días, con lo que llueve? A los responsables del PP, que son los que mandan.

Para adornar la decisión, la histórica Celia Villalobos propone que se suprima la presencia de público en los plenos. Ya saben que los ciudadanos pueden acudir los viernes a partir de las seis de la tarde al Congreso y recoger invitaciones individuales para asistir al pleno la semana siguiente. El presidente Posada le dice a Celia que eso sería demasiado, y rechaza la propuesta. Una cosa es que el Congreso no abra las puertas porque “las obras” permiten evitar incidentes con gente cabreada e indignada y otra que se niegue el palco a quienes puedan recoger su invitación individual y a los invitados por los distintos grupos. Eso crearía mayor conflicto con la oposición y ya sabemos que Posada no quiere líos. Por lo demás, la zona del Congreso sigue vallada: es la reforma estructural más gráfica de la crisis. Sólo cuando quiten las vallas-somier sabremos si estamos saliendo de la recesión.

¿Te ha parecido interesante?

(+1 puntos, 1 votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.