Llega el cigarrillo eléctrico

06/12/2010

Carmen Fuentes.

Que los que intentan dejar de fumar están que echan chispas es normal y más lo estarán a partir del 1 de enero cuando para fumar un cigarrillo tranquilo se van a tener que quedar en casa porque en los espacios públicos cerrados será imposible y en sus aledaños casi lo mismo. Menos mal que, como hay gente para todo, ya se ha ideado el cigarrillo electrónico, el “cigar clean” que, no es lo mismo, pero tiene su gracia, máxime teniendo en cuanta que es un cigarrillo con “buenos humos”, sin nicotina ni alquitrán ni todas esas porquerías que tiene el tabaco.

Y por si fuera poco, está de moda y dará mucho que hablar porque su funcionamiento es curioso: se tiene el pitillo entre los dedos, con lo cual se simula el acto de fumar, pero no se fuma sino que se inhala un vapor de varios sabores llámense vainilla, menta e, incluso tabaco, y se queda uno tan contento, porque al fin y al cabo el acto de fumar no es otra cosa que aspirar el humo del cigarrillo, tragarlo y volverlo a soltar. Claro que aquí el placer no es igual porque no hay humo y, por tanto, el sabor, el aroma que entra a la boca y a la garganta es diferente. Y sano, porque el tabaco es nocivo y perjudicial para la salud (la mayor incidencia de cáncer de pulmón se da precisamente entre fumadores), y este cigarrillo eléctrico no lleva nicotina ni alquitrán.

Por 10,50 euros que es lo que vale cada cartucho aromático, se tiene para 220 inhalaciones que es como si se fumase un par de cajetillas de tabaco, con la diferencia de que con éstas se sigue con “el vicio” y con el “cigar clean” se va poco a poco prescindiendo de él.

Los cartuchos de estos cigarrillos “eléctricos” están compuestos por vapor por lo que su uso no implica la inhalación de los tóxicos habituales. Y además, con cada “caladita” que se da, como lo que se capta es humedad aromatizada, cuando ésta se suelta, el ambiente se perfuma. Todo son ventajas, pero claro de esto se tienen que convencer los fumadores empedernidos, que son tan molestos y nos perfuman la ropa con el pestuzo horrible del tabaco. Además el aroma de su cigarrillo de la mesa de al lado de un restaurante estropea cualquier cata o degustación de un manjar, porque no nos olvidemos que el mundo del paladar es el mundo de los aromas y si estos son de tabaco mal podremos disfrutar de las “delicatessen”.

El Cigar-Clean ya se ve en las terminales de los aeropuertos, en los despachos de los ejecutivos, en las salas de espera y en muchos sitios más. Y, a partir del uno de enero, se va a ver mucho más, porque la ministra de Sanidad está haciendo la vida imposible a los “fumanchú” y los cigarrillos eléctrico sólo contienen excipiente e ingredientes de grado alimentario recogidos en el Codex Internacional. Los hay de dos tipos o formatos: los recargables y los desechables. Los recargables tienen tres versiones: el Cigarrillo (incluye cargador y USB, por 35 euros; Dos cigarrillos (con cargador y USB, por 55 euros) y el Cigarrillo de tamaño superior (con dos baterías y una billetera donde llevar todos los elementos necesarios, por 80 euros).

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