Otra sesión de ni fú ni fa, transitando por máximos anuales en el caso del Dax alemán, y que se saldó con resultados dispares para no perder la costumbre de lo sucedido en los últimos días, en los que los índices  europeos han parecido más pendientes de hacer lo contrario que el vecino que de aunar un esfuerzo colectivo.

El problema, si es que existe, es que posiblemente el índice alemán se ha agotado. Lleva desde mayo tirando del carro en solitario, no sólo de Europa, sino de todo el mundo, y al llegar a los 7.000 puntos parece faltarle algo de fuelle. Si es preocupante o no, lo dirán las cotizaciones en los próximos días, pero por ahora no parece nada digno de mayor preocupación.

Todo lo contrario parece ocurrirle al Ibex. Fue el índice más afectado por las turbulencias veraniegas y también volvió a verse contra las cuerdas en la más reciente, pero parece dispuesto a presentar batalla. Ayer, como primer paso, aprovechó el festivo para consolidar su cierre por encima de los 10.000 puntos, lo que no es poca cosa en los tiempos que corren.

Una apertura bajista en Wall Street impidió que el selectivo español fuera un poco más allá, así como que el Dax recuperara un poco más de terreno, pero ya estamos acostumbrados a estas cosas en el inicio de jornada americano.

Al final, el dax terminó por debajo de los 7.000 puntos y perdió un 0,37%, mientras el Ibex, en el extremo contrario de la balanza cerró con un avance del 1,55% para cerrar a 10.078,40. El día y la noche como pueden apreciar.