Ya se lo comenté ayer y lo ratifico hoy. Los grandes valores están haciendo de lastre a un mercado que en su fondo tiene una vena alcista que no puede con ella. El problema es que si no se suman con cierta rapidez al sentimiento alcista, el intento puede caer en saco roto a las primeras de cambio, porque un mercado puede sobrevivir al alza con los valores pequeños y medianos avanzando, pero no durante mucho tiempo.

Fruto de esta «pesadez» de los grandes valores, el Dow Jones volvió a ser el peor de los tres índices de referencia en Estados Unidos. No sólo por su valor al cierre, sino por el sesgo con el que se movió durante toda la sesión. Fue el que más cayó de inicio, fue el que más tiempo pasó en negativo y fue el más remolón a la hora de sumarse a las ganancias. Los 30 mayores valores industriales no se deciden a sumarse a la alegría.

En cambio, tanto el Nasdaq como el S&P 500 tuvieron una ejecutoria más ágil tras la caída en la apertura. Recuperaron el terreno perdido con prontitud y celeridad y transitaron al alza poco a poco durante toda la sesión, sin visos de que se pudiera estar fraguando una «vuelta atrás», y al final dejaron un bonito alcista tras el velón rojo de la sesión precedente.

Pero, ya saben, todo esto es siempre pura teoría. La realidad puede coincidir con ella (es decir, ahora vendría la subida de verdad) o todo lo contrario. Es la Bolsa y así tenemos que aceptarla. Si algo fuera universalmente infalible en el mercado las ganancias sería seguras y precisamente si por algo se caracteriza esto es porque las seguridades hay que dejarlas en la puerta antes de entrar.

Lo único que sí es cierto es que al cierre el Nasdaq avanzó un 0,41%, que el S&P 500 hizo lo propio en un 0,37% y que el Dow fue más remolón y dejó su ganancia en el 0,12% salvando los muebles en un buen sprint final.