Comunicar bien… y sin teleprompter

04/12/2012

Victoria Magro.

La verdad es que pensé en escribir este artículo el día después a las elecciones del 7 de noviembre en Estados Unidos, en las que Barack Obama fue reelegido presidente del País.

Como un españolito más, pasé a formar parte de la asidua caravana mañanera que se suele montar y desemboca en Madrid. Tengo que reconocer que no sólo es mi pasión de periodista la que me lleva a considerar que la radio sigue siendo el medio más cercano que existe, sino que lo demuestra una palpable realidad: sus ‘ondas’ son capaces de llenar todos los momentos ‘colgados’ que tienes en tu vida. Mientras avanzaba lentamente entre la fila de pilotos rojos, un tertuliano que intervenía en un programa de mi cadena radiofónica favorita vino a exponer un argumento que me hizo reflexionar hasta el punto de que aquí estoy compartiéndolo con ustedes. “Barack Obama –afirmó el tertuliano- tiene un discurso embaucador, es cierto; transmite confianza, no necesita leer  y es muy meritorio que sepa llegar a la gente sin utilizar el teleprompter pero esto para mí no tiene ningún valor ni creo que influya en la decisión del pueblo para su reelección”. Y se quedó tan ancho; con todo el derecho del mundo, todo sea dicho de paso, que tiene un tertuliano de expresar su opinión con absoluta libertad. La caravana avanzó algo y yo pensé: ¿cómo se puede hacer una aseveración así sobre uno de los hombres de este siglo que mejor comunica? Un pedazo de personaje que ha conseguido que parezca que las palabras emanen de él con una fuerza natural, como si llevara escrito dentro el programa completo del partido demócrata; que fue capaz, y el que diga lo contrario no es objetivo, de insuflar a su país en las anteriores elecciones, cuando el mundo estaba sumido en la crisis de la Crisis, una ilusión y un empuje que no tenían los norteamericanos desde hacía muchos años: aquel ‘Yes, We Can’ no sólo fue un dicho o un slogan, fue el mensaje que pedía a gritos el receptor, el pueblo norteamericano, expresado y transmitido de la mejor forma posible, con la mayor credibilidad, por el mejor portavoz.

En estas pasadas elecciones de octubre, los candidatos Obama y Romney llegaban empatados. Los últimos sondeos realizados anteriormente sobre intención de voto situaban al presidente en funciones de Estados Unidos y al candidato republicano en una situación de empate técnico. Ambos podían o no hacer uso del teleprompter. Yo no quiero decir que Rommey sea un mal portavoz, pero sí creo que me puedo permitir el lujo de pensar que Obama es unas cuántas veces mejor orador y mejor comunicador que su adversario y que esta actitud, este valor añadido, ha podido ser un factor determinante a la hora de inclinar levemente la balanza hacia el lado del demócrata. Y además, lo dijo él mismo: «Tenemos confianza en que conseguiremos los votos para ganar». Obama ofrece el mensaje que quiere oír el receptor: Si en 2008 fue el cambio y el ‘Yes, We Can’, ahora en 2012 ha hablado del futuro, con su lema ‘Forward’. Ha ofrecido nuevos sueños y nuevas metas a alcanzar.

Sin embargo, seguramente, ni es oro todo lo que reluce ni una fuerza misteriosa ha descendido del cielo para imbuir a Obama de una condición espiritualmente exclusiva. Obama goza de unas condiciones naturales, no hay duda, pero tampoco hay que perder de vista que Obama se prepara. Y si no, no hay más que remitirse al ‘resbalón’ que tuvo en su primer debate en la televisión estadounidense. Tal vez, esto le hizo reforzar su entrenamiento y no confiar excesivamente en sus dotes naturales. Seguramente Obama decidió enfrentarse al día siguiente a una exhaustiva Formación de Portavoces para perfeccionar hasta el límite de lo posible las siguientes comparecencias ante los Medios que le esperaban, aunque continuara negándose a utilizar el teleprompter

Los Medios ya titularon después de su segunda comparecencia: “Obama, que perdió el primer debate, empezó atacando desde el minuto cero…”.

Al igual que pasa con la reputación de una empresa o de una institución que depende considerablemente de su líder, Obama sabía que el futuro de su partido y su permanencia en la Casa Blanca pasaba por reforzar su training ante los Medios. Barack tenía una Compañía inmensamente grande y poderosa que dirigir, EE.UU, pero para ello tenía que contar con la confianza de sus accionistas: 313 millones de norteamericanos dispuestos a creer en su Plan Estratégico para los próximos cuatro años. En primer lugar, este CEO de América, tuvo que tener muy en cuenta los aspectos de contenido: mensajes positivos y clave que se erigen como los pilares fundamentales a la hora de generar credibilidad y confianza en la sociedad, al igual que el empresario está obligado a generar una reputación positiva y responsable de su compañía. En segundo lugar, los aspectos de forma -y no vale con tener una voz grave y una mirada profunda- son determinantes. Obama ha dedicado tiempo e inteligencia a aprender y a mejorar para vencer a Rommey en sus posteriores cara a cara. Para ello, seguro, se ha sometido a un profesional y duro proceso de asesoría, formación, trabajo y práctica.

Y así, según fui capaz de ir venciendo a aquella caravana, pergeñé este artículo. Yo llegué a Madrid y la Casa Blanca mantuvo y conservó a su inquilino, ese hombre de color, de voz rotunda, de gestos precisos, que transmite cercanía, proximidad y espontaneidad con absoluta credibilidad y confianza, que cala los mensajes en los huesos de los que le oyen, mensajes que te dan ganas de acuñar en otra Piedra de Rosetta con la fuerza de aquel decreto publicado en Menfis (el de Egipto, no el de Tennessee) el año 196 a. C. y de salir corriendo a gritar ¡viva la libertad y luchemos por un futuro mejor! El sueño americano continúa existiendo y Obama lo ha sabido contar, y sin teleprompter

Victoria Magro es Consultora sénior de Estudio de Comunicación

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